jueves, 15 de septiembre de 2011

FIEL HASTA EL FINAL


Murió Helmut Frenz. El teólogo y defensor de los Derechos Humanos se jugó la vida muchas veces durante su vida, ante todo durante sus años en Chile.

De BERND PICKERT (Traducción: Arturo Blatezky)
Desde el golpe de 1973 en Chile Helmut Frenz ayudó a muchísimos perseguidos por el régimen de Pinochet, lo que le valió la expulsión del país.

Helmut Frenz fue una de esas personas de la iglesia que respetan y admiran incluso los más acérrimos ateos. Este hombre, que falleció el martes 13 a los 78 años de edad en Hamburgo, fue para muchísimos un ejemplo fundamental tanto por su credibilidad como por su compromiso, y ello tanto en Chile como en el campo de los Derechos Humanos en Alemania.

Cuando llegó con 32 años en 1965 a Concepción, Chile, probablemente lo haya guiado una mezcla de aburrimiento y curiosidad por lo nuevo. Pero su estadía en Chile habría de cambiar radicalmente su vida.
Frenz aprendió el castellano, y ello le significó la entrada a la sociedad chilena, cuya profunda desigualdad entre pobreza y riqueza comenzó a movilizarlo muy pronto. Frenz comenzó a preocuparse por los más pobres, p.ej. apoyando una toma de tierras, con lo cuál para su congregación más bien conservadora pronto se convirtió en “el pastor rojo”.

Lo cuál seguramente no era. Porque aunque Frenz tuviera simpatías por los proyectos sociales del socialista Salvador Allende, elegido presidente en 1970, cuando éste fue destituido por Pinochet el 11 de setiembre de 1973 Frenz en cartas enviadas a Alemania  incluso llegó a mostrar cierta comprensión, expresando la esperanza de que los militares respetaran los Derechos Humanos.

Pero pronto tomó contacto con las víctimas del golpe militar, y comenzó a ayudarles. Ocultó en su propia parroquia a muchísimos perseguidos –muchos de ellos de otros países latinoamericanos- así como a muchísimos chilenos. Posibilitó su fuga a terceros países, muchas veces bajo circunstancias increíblemente aventuradas y con altísimo riesgo propio.

Pocas semanas después del golpe Frenz había visto y oído lo suficiente, como para convertirse en un acérrimo enemigo de la dictadura militar. En 1975 el régimen se hartó de él: Luego de que Frenz asistiera a una consulta del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra (Suiza) le fue prohibido el ingreso a Chile.

Un año después de su regreso forzoso, fue elegido como Secretario General de Amnesty Internacional en Alemania, lugar desde donde siguió luchando por la defensa de los Derechos Humanos en América Latina y contra sus dictaduras de aquél tiempo. Dirigió la sección alemana de Amnesty hasta 1985.

Pero Helmut Frenz siguió siendo fiel a Chile, su nueva patria elegida, volviendo siempre de nuevo a ella luego del fin de la dictadura, colaborando en la elaboración de sus terribles secuelas.  Durante muchos años ayudó a sus víctimas en su justificado reclamo de resarcimiento a la vez que denunció y condenó la colaboración de empresas alemanas con la dictadura y llamó a su propia iglesia una y otra vez a actuar no solamente caritativamente, sino poniéndose claramente al lado de los más débiles y comprometiendo su vida con ellos.