lunes, 14 de junio de 2010

INFORMEDH Nº24 - Comentarios personales y pastorales respecto del Comunicado de la FAIE.


Pastora Karin Krug
 La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas no se inmiscuye en el gobierno de sus iglesias afiliadas. Cada iglesia afiliada es autónoma en sus decisiones y adhiere a la Federación porque sus fines les parecen acertados. Si alguna de las iglesias afiliadas o miembros de ellas deciden participar a título personal (y no en nombre de la Federación) de la convocatoria, están ejerciendo su libertad de conciencia que por supuesto respetaremos.
Principio de los años 80, y a raíz del compromiso de FAIE con los derechos humanos, un grupo de iglesias se desafilió porque ya no se sentían representadas por la FAIE y así nacieron las otras Federaciones a las cuales se fueron agregando más iglesias. Lo que quiero decir es que históricamente la unidad no fue vulnerada desde la FAIE.
Durante muchos años hemos tenido un fluido contacto con las dos Federaciones. Pero lastimosamente en temas importantes nuestra Federación no fue consultada, simplemente se presuponía que estaríamos de acuerdo con todo. Como por ejemplo en esta movilización del 31.
Por todo esto y resumiendo:
Ø      la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) no adhiere a dicho evento, pues varias de sus iglesias afiliadas están molestas porque la convocatoria se hace en nombre de “todo el pueblo evangélico” cuando en realidad sólo una parte lo apoya.
Ø      El lema es ambiguo: “Un mensaje de los niños: queremos papá y mamá”. Digo: ¿Quién no estaría de acuerdo con que cada niño/a se merece un hogar cálido y lleno de amor, protección y buena crianza? En la retina de nuestros ojos llevamos grabadas tantas imágenes de niños expuestos a crueles explotaciones. ¿Quién puede querer eso? ¡Pero de eso no se trata! Porque no se refiere a los niños de la calle y en terrible riesgo social, sino los niños y niñas que puedan ser adoptados por una pareja del mismo sexo.  El mensaje sugiere que esos niños corren serios peligros. Digo: Jamás pueden correr más serios peligros que en la calle, o en un hogar donde personas heterosexuales abusan de ellos y sabemos que las cifras de estos casos son espeluznantes. Y ni que hablar de los tantos hogares donde los chicos no viven con papá y mamá, lastimosamente. Muchos papás y muchas mamás tienen que criar a sus hijos solos. Estos miles de hogares, que son una realidad que no se puede negar, obviamente no son considerados familias, caen fuera del ideal de familia acariciado por ciertos grupos cristianos.
Ø       Más allá de que cada cual tiene su postura tomada respecto del tema de la homosexualidad, creo que una visión realmente evangélica es la que ve antes que nada al ser humano y no su condición, sea cual fuere. Tengamos presente el ejemplo de Jesús cuyo amor compasivo abarca a todos, para comprender, aceptar con sensibilidad a quienes tienen una orientación homosexual y oponernos -conscientes de la soledad y tensión emocional y social que enfrentan- a que sean victimizados debido a su orientación sexual.
Ø      El acto del 31 tiene un evidente sentido político, y no es modalidad de FAIE actuar como grupo de presión o apoyar ninguna campaña política, así sea “evangélica”. Lo que necesitamos es un diálogo más profundo, sincero y abierto que incluya a todos los sectores sociales y que respete profundamente la libertad de conciencia y de expresión y no recurra a la condena del que piensa diferente.
Ø      La convocatoria pretende involucrarnos en un acto discriminatorio que perjudicará más aún a una comunidad  que -como parte de nuestra sociedad- actualmente ya es discriminada de diversas maneras.  Como tal, la convocatoria del 31 tiene características anticonstitucionales ya que la Constitución Nacional defiende por igual los derechos de todos los miembros de nuestro pueblo.
Ø      Por último: Para una comunidad cristiana debería ser un orgullo saber que las personas de la comunidad homosexual nos visualizan como una opción pastoral, ya que esto nos permite poder acompañarlos y que también ellos puedan sentir el amor de Dios, que no excluye, ni margina, sino que nos hace sentir a todos y todas bienvenidos a su mesa.



Pastora Karin Krug
Iglesia Evangélica del Río de La Plata