jueves, 29 de diciembre de 2011

Para Zaffaroni el GAFI "Extorsiona a la Argentina"

La semana pasada el Congreso de Argentina sancionó una ley “Antiterrorista” reclamada por el  Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y que cuestionada por agrupaciones  de izquierda, Derechos Humanos y corporaciones de comunicación privada.

Eugenio Zaffaroni,  juez de la Corte Suprema, afirmó que  "El GAFI es un organismo que se toma atribuciones que no tiene y extorsiona a nuestro país. Su objetivo no es evitar el lavado ni prevenir el terrorismo, sino controlar todo el movimiento financiero"

En declaraciones publicadas por diversos medios del país, Zaffaroni sostuvo que "No abro juicio sobre la conveniencia o no de sancionar la ley; eso es una decisión política y no la puedo evaluar, porque no estoy en condiciones de dimensionar la magnitud del daño con que el GAFI amenaza (sanciones económicas, exclusión de organismos internacionales, y demás)"

El Juez declaró  “que debe quedar claro  que sólo se trata de la respuesta a una extorsión por parte de un organismo al que nunca debimos pertenecer. La GAFI se garantiza que en la periferia no se lave nada, aunque saben que en nuestros mercados pequeños no se puede lavar más que un calzoncillo”

Amplió la idea al recalcar que  “la ley resulta de una extorsión de ese organismo, manejado por los intereses de quienes lavan dinero en el Hemisferio Norte. ¿O alguien cree que impide el reciclaje de medio millón de millones de dólares anuales provenientes del crimen organizado? Si el GAFI está tan preocupado por el reciclaje, ¿por qué no se ocupa de cerrar los refugios fiscales? ¿Necesitan acaso que les digamos dónde se encuentran?”

En cuanto al terrorismo manifestó que “no hay ningún delito vinculado al mismo que desde siempre no haya estado severamente penado en nuestras leyes, de modo que no es más que un pretexto" y descarta que el objetivo de la  ley sea la persecución de la protesta social porque  "Eso no les interesa para nada, su objetivo es económico".

Para Zaffaroni el interés del GAFFI en lo económico se debe a que quieren “conocer todos nuestros movimientos, ejercer toda clase de presiones y eventualmente para saber cómo destrozarnos mejor”

“No hay que olvidar –continuó el Juez- que somos la oveja negra económica, marchamos a contramano de los organismos internacionales y sus recomendaciones, somos un mal ejemplo, porque nos va bien por no hacer los deberes que ellos quieren”

Al respecto opinó que “Hoy no nos invaden como a principios del siglo XIX y no resolvemos el problema tirando aceite desde los balcones, o a cañonazos desde la Iglesia de Santo Domingo, sino pensando, meditando, evaluando; el objetivo estratégico es la defensa de nuestra soberanía económica, pero la táctica la debemos decidir y actuar todos unidos” + (PE)

Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
www.ecupres.com.ar

De la Doctrina de la Seguridad Nacional a la “gobernabilidad democrática con cooperación”


La sanción de la más reciente ley antiterrorista del gobierno peronista de los Kirchner, la octava desde el inicio de su gestión, fue tema abordado por periodistas, comentaristas, “opinólogos” profesionales y políticos, y, de manera bien diferente a las anteriores, silenciadas por las grandes empresas de medios, llegó a los grandes titulares y las tapas de los diarios.

Esta nueva reforma al código penal, igual que las de 2003, 2005, 2007 y 2009, fue propuesta y aprobada en tiempo record para cumplir servilmente con las directivas impuestas por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), uno de los organismos “especializados” internacionales usados por el imperialismo para asegurar sus planes de dominación. A través del GAFI, el FMI y otros organismos similares, el Departamento de Estado yanqui y el Pentágono ejecutan los objetivos formulados a partir de los documentos Santa Fe I y II, y ratificados, en las últimas décadas, en sus planes de seguridad para la región. Así, buscan garantizar el apoderamiento de recursos naturales, el subsidio de su propio déficit interno, la hegemonía en el comercio internacional y el control indiscriminado de los recursos financieros mundiales, homogeneizando la legislación mundial y adaptándola a su nueva versión de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que denomina “terrorista” al mismo enemigo que, décadas atrás, llamó “subversivo”, y basa su acción, ya no primordialmente en la intervención militar directa, sino en la defensa de la "gobernabilidad democrática" sustentada por la "cooperación continental".

Toda calificación de “conspirativa” de estas afirmaciones desaparece si se ingresa al sitio web del FMI y se lee el “Manual para la redacción de leyes” en la sección “Represión del financiamiento del terrorismo”, publicado por el Departamento Jurídico del Fondo Monetario Internacional el 4 de agosto de 2003. Allí, didácticamente se explica a los gobiernos de los países sometidos a EEUU cómo ajustar su legislación interna, salvando las dificultades técnicas que pudieran surgir por las diferencias que existen entre los variados sistemas jurídicos vigentes.

La nueva ley en nada se diferencia de las anteriores, ni en su contenido ni en la forma de su sanción. A principios del mes de octubre, el GAFI reclamó, de nuevo, al gobierno argentino que avanzara en la sanción de leyes antiterroristas, pues las dictadas entre 2003 y 2009 no alcanzaban. En cuestión de horas, el ministro de Justicia y DDHH, Julio Alak, convocó a una conferencia de prensa para anunciar que el poder ejecutivo había enviado al congreso un nuevo paquete de leyes “para seguir adecuando la legislación nacional a los mejores estándares internacionales, de acuerdo con la Convención Internacional para la Supresión del Financiamiento del Terrorismo y la Convención Interamericana Contra el Terrorismo”.

Al día siguiente de la conferencia de prensa ministerial, las principales representaciones empresariales, como la Unión Industrial , la Sociedad Rural , las cámaras de la Construcción y Comercio, la Bolsa porteña, la ABA y la Adeba , aplaudieron la medida y ratificaron su apoyo al gobierno que más leyes antiterroristas ha dictado en Argentina, mostrando con claridad qué intereses se defienden con ese tipo de leyes.

El proyecto, que duplica las penas de cualquier delito cuando la intención del autor sea “aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales, o gobiernos extranjeros, o agentes de una organización internacional, a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”, ya es ley, votada por la mayoría kirchnerista, buena parte del PJ no kirchnerista, y renombrados “progres” como Martín Sabatella y sus compañeros de bancada de Nuevo Encuentro, el ex radical Carlos Raimundi y el banquero del PC, Carlos Heller.

La ley se sumó a la dictadas, siempre en obediencia al poder imperial, desde 2003: la 25.765 y la 25.764, ambas de agosto de 2003, que recogieron buena parte del contenido de los proyectos fracasados, en 1995 y 1997, impulsados por el menemismo, el radicalismo y el Frepaso, como el arrepentido, el informante, el testigo de identidad encubierta; las leyes 26.023 y 26.024, de abril de 2005, que ratificaron e incorporaron al derecho interno la Convención Interamericana contra el Terrorismo (Convención de Barbados) y el Convenio Internacional para la represión de la financiación del terrorismo de la ONU ; la ley  26.087, de abril de 2006, que modificó el encubrimiento y lavado de activos de origen delictivo y dio más facultades para la UIF ; la ley 26.268, de julio de 2007, que creó los delitos de “asociación ilícita terrorista”, de recolección o provisión de fondos para tales asociaciones, y, finalmente, en noviembre de 2009, la ley  26.538, que amplió más el Fondo permanente de recompensas.

De allí que resulte llamativo que, después de su total silencio frente a los proyectos anteriores, igual de peligrosos, esta nueva reforma “antiterrorista” del código penal concitara la atención de los políticos del sistema, de los grandes medios y de organizaciones y “personalidades” íntimamente vinculadas –cuando no orgánicas- del partido de gobierno. La inusitada reacción comenzó a partir de que, puesto a defender la ley, entonces todavía en forma de proyecto, el director de la UIF (Unidad de Información Financiera), José Sbatella, dijo que el propósito no era perseguir opositores, sino castigar como actos terroristas las corridas cambiarias, los golpes de mercado o la emisión de noticias falsas.

Sbatella, que antes de ser funcionario kirchnerista pasó por la gestión pública en los gobiernos de Alfonsín, Menem y De La Rúa, abrió, seguramente sin desearlo, el debate. Sus palabras motivaron la inmediata reacción del establishment financiero y del aparato empresarial de medios, que lanzaron titulares como “Éramos pocos y a los medios nos llegó la ley antiterrorista” (nota del editor general adjunto de Clarín, 24/12/2011).

“Como está escrito, la nueva ley abre la puerta a la criminalización de la protesta social”, dijo el senador radical Ernesto Sanz, cuyo partido encabezó el represor gobierno de la Alianza, que asumió en diciembre de 1999, fusilando autoconvocados en el Puente General Belgrano de Corrientes, y escapó fusilando a los manifestantes en todo el país, en diciembre de 2001. Rubén Giustiniani, referente del Frente Amplio Progresista, llamó “paradójico” que “en la Argentina , un país que se precia de estar a la cabeza en materia de Derechos Humanos, se apruebe una ley que significa un grave retroceso en esta materia”. No le parece paradójico, claro, que el gobierno provincial de su “Partido Socialista” en Santa Fe registre los mayores índices de asesinados por el gatillo fácil y la tortura en cárceles y comisarías desde hace más de cinco años.

Otra voz “progresista” que se alzó fue la del juez de la Corte Suprema, Eugenio Raúl Zaffaroni, que habló de la “extorsión del GAFI” y llamó “disparate” al proyecto, adjetivo que nunca usó para referirse a sus propios fallos limitando la aplicación del delito de tortura a los hechos ocurridos durante gobiernos militares, pues sostiene que, en democracia, la aplicación de tormentos nunca puede constituir más que delitos menores, excarcelables y prescriptibles, como apremios o vejaciones.

También desde el propio riñón kirchnerista hubo críticas, como las formuladas en sendos comunicados por Abuelas de Plaza de Mayo y el CELS. El segundo se quejó por la “imprecisión de los términos”, mientras que la organización dirigida por Estela Barnes de Carlotto (cuyo hijo Remo votó afirmativamente en el recinto) advirtió que: “Si bien el Gobierno sostiene una política de no represión, los jueces, como poder independiente, serán quienes apliquen e interpreten esta ley. Ante la heterogénea composición de la magistratura, integrada en muchos casos por jueces de perfil conservador, no faltará quien la interprete en un sentido negativo (...) y los gobiernos provinciales con un perfil diferenciado al del gobierno nacional también podrían encontrar la oportunidad de impulsar prácticas represivas de la protesta”. O sea, bastaría una definición más concreta de “terrorismo”, y jueces y gobernadores que sean fieles kirchneristas, para que no tuviéramos nada que temer...

Los kirchneristas y sus aliados, escandalizados por la grosería represiva de la norma –a ellos les gustan las cosas más sutiles-, depositan sus esperanzas en que la presidenta, cabeza del poder ejecutivo que remitió el proyecto al congreso, y jefa de un gobierno que lleva promulgadas siete “leyes antiterroristas” anteriores, vete la iniciativa. Son contradicciones propias de las fricciones internas entre los distintos bloques burgueses, sin que ninguno de ellos abandone su posicionamiento antipopular.

Todo el conglomerado de leyes ya existentes, afines a la que acaba de ser sancionada, establece una frondosa burocracia secreta poblada de informantes, infiltrados, agentes encubiertos y provocadores, legitimados por el “legal ejercicio de  la superior función de protección del orden público”, y que vemos actuar a diario, cuando los jueces usan informes de inteligencia de la policía o la gendarmería para fundar sus fallos.

  Ahora, es “terrorismo internacional” cualquier acto que tenga por propósito “aterrorizar a la población”, y nada causa más terror a la burguesía que la clase trabajadora organizada y en pie. Es “terrorista” quien pretenda “obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto, o abstenerse de hacerlo”, lo que, claramente, es aplicable a cualquier movilización que exija una medida de gobierno o la repudie.

En la actualidad, jueces y fiscales tienen suficiente, con las normas que ya existen, para represaliar a gusto a los luchadores populares. Tenemos compañeros acusados de “extorsión” por reclamar un aumento de sueldo; por “amenazas coactivas” por defender un paro de actividades; por “homicidio” por defenderse de una patota; por “entorpecimiento del normal funcionamiento de un establecimiento productivo” por hacer un piquete frente a una fábrica, sin olvidar las figuras típicamente usadas para reprimir la protesta, como la interrupción del tránsito vehicular terrestre y el atentado y resistencia a la autoridad, o las creadas con ese específico fin, como la prepotencia ideológica, la intimidación pública, la incitación a la violencia colectiva, la intimidación pública y las variantes de la asociación ilícita, “calificada” y “terrorista”.

La sistemática incorporación de más normas represivas, especialmente diseñadas para dotar al aparato estatal de mejores y más eficaces herramientas para criminalizar la protesta social y perseguir a los luchadores del campo popular, muestra que, pese a que con lo que ya tienen les alcanza para que más de 6.000 compañeros sufran el embate judicial por movilizarse en defensa de sus derechos, saben que, más temprano que tarde, crecerán las luchas, y quieren estar preparados para defender sus privilegios.

Las leyes antiterroristas –ésta, y las siete anteriores- son herramientas revestidas de legalidad, destinadas a disciplinar a los sectores y organizaciones que combaten al sistema. Lejos de ser una novedad, son una actualización del esquema represivo del estado que responde a los intereses imperialistas de EEUU y sus organismos internacionales. Su propósito determinante es aislar las luchas, amedrentar a quienes se organicen, y eliminar la resistencia.

La excusa, hoy, es el terrorismo. Como en el pasado, la única forma de enfrentar esta escalada represiva es con más organización y con más lucha, para responder en forma unificada ante cada ataque al pueblo trabajador.
CORREPI
Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional
correpi@fibertel.com.ar

Nueva Ley Antiterrorista - El espejo invertido de la 125


El gobierno nacional encabezado por Cristina Fernández, ha dado desde su asunción señales más que claras sobre el rumbo de su gestión en el segundo periodo: reconoció la crisis del capitalismo mundial pero lo clasificó de “anarco capitalismo” para así contraponer otro modo de existencia del capitalismo que sería el “serio” al que equipara con el “modelo” inaugurado en el 2002 por Duhalde; tomó nota de los debates sobre la distribución de la riqueza y se posicionó rigorosamente a favor de la burguesía: contra el mandato constitucional de que haya un mecanismo de distribución de las riquezas (y el consiguiente control de la información empresarial) a favor de los trabajadores, lo que completó con un exhorto a poner techo a la discusión paritaria y culminó su raid por la reunión del G20 y la cálida entrevista con el asesino serial de Obama con la sanción de  una nueva Ley Antiterrorista, a pedido del Imperio y su estrategia mundial de dominación.

Estamos ante uno de esos momentos de viraje, de bifurcación de caminos que obligan al movimiento popular a reflexionar, discutir democráticamente y tomar decisiones; como ocurrió en ocasión de la resolución 125 que pretendía limitar las súper ganancias producto de las exportaciones de la soja transgénica, producto novedoso cuyas consecuencias a largo plazo están en estudio crítico por los científicos cuya expansión se dio justamente bajo el ciclo de gobierno de los Kirchner.  En ese momento, casi de un modo inesperado, de un lado se agruparon los sectores más concentrados de la burguesía local y trasnacional y del otro quedó el gobierno con el apoyo de movimientos sociales y fuerzas políticas de izquierda que comprendieron que el desarrollo de las contradicciones interburguesas había vuelto a provocar, como tantas veces en la historia nacional y universal, una demarcación de campos muy clara: de un lado la derecha resistiendo la 125 y del otro el campo popular procurando afirmar mayor intervención estatal en la economía y la limitación de las súper ganancias monopolistas que tienen todos los grupos económicos trasnacionales en la Argentina: los petroleros, los comunicacionales, las automotrices, etc.

En las últimas horas, prácticamente todo el movimiento de derechos humanos denunció el carácter represivo y macartista de la nueva ley: duplica las penas de todo el Código Penal y otorga a los jueces, a estos jueces denostados por su compromiso con la impunidad y las derechas, el poder de calificar de “terrorista” a cualquier acción o protesta individual o social.  La ley se inscribe en la larga tradición represora de la legislación argentina: la 4144 de 1902 conocida como de “residencia”, la de “seguridad nacional” de 1910, los decretos leyes de las dictaduras del 30, 43, 55, 62, 66 y 76 del siglo pasado, oportunamente avalados por las respectivas Cortes Supremas e igual que todas ellas pone en manos de los jueces un instrumento casi todo poderoso para perseguir, discriminar, encarcelar o hacer lo que quieran con los luchadores sociales.  La supuesta clausula de garantías democráticas ha sido fulminada por los juristas por superflua y mentirosa: decir que no serán perseguidos los que ejercen derechos y garantías constitucionales es jurídicamente obvio, está inscripto en el Código Penal en el articulo 34, y prácticamente inútil: ningún Juez dirá que persigue por que defienden un derecho constitucional sino que acusará de coacción agravada, resistencia a la autoridad o delitos aún más graves.

Y por qué es un parte aguas?
Porque el gobierno se subordinó al mandato imperial ignorando la voluntad popular del Nunca Más y todo el aprendizaje que estamos haciendo en los juicios contra los genocidas que una y otra vez alegan haber actuado de acuerdo al decreto de exterminio a la subversión emanado de un gobierno constitucional.

Porque el Frente para la Victoria y el Nuevo Encuentro se subordinaron acríticamente al mandato presidencial evidenciando que no son fuerzas políticas comprometidas con el cambio sino cooperativas de oportunistas que se aferran al momento de popularidad de la presidenta para acceder a cargos que están a su servicio y no del pueblo.

Porque la sanción de la Ley Antiterrorista muestra –como ningún otro gesto presidencial- la voluntad política de construir un capitalismo serio, es decir, de no cuestionar el sistema mundial que hoy está en crisis de existencia y que por ello mismo buscará trasladar los costos de la misma a la periferia.  El Poder Ejecutivo y Legislativo, el Frente para la Victoria y sus aliados progresistas, están diciendo –como Rajoy en España o Papademos en Grecia- que están dispuestos a todo para salvar el capitalismo argentino.

Pero lo fundamental es el modo en que se sancionó la Ley: de espaldas a la sociedad, ignorando al sector más mimado por el propio gobierno: los organismos de derechos humanos que apenas osaron esbozar una leve crítica han sido ignorados olímpicamente por el gobierno que en estos días no uso el pañuelo blanco, afirmando un concepto de democracia “representativa” en el sentido más burgués y reaccionario del término.  Dice la Constitución Nacional que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes, el Kirchnerismo ha dado una prueba irrefutable de su concepción liberal de la democracia; pero alerta! que justamente ese costado del sistema político fue el que se puso en debate en el 2001.

Por una década, la ilusión cuasi ingenua del “que se vayan todos” fue asimilada por la burguesía transformándola en su contrario pero atención porque los pueblos aprenden de su propia experiencia, aunque tarden décadas entre un aprendizaje y el siguiente.

La sanción de la Ley Antiterrorista ha sido una lección impresionante del carácter de clase del gobierno, del sentido profundo del llamado modelo nacional y popular y de la inviabilidad de construir alternativa bajo el ala del poder.

La alternativa solo se construye desde afuera del poder, por otros medios, y ahora sabemos, con otros nombres de los que se suman a la fiesta de los que una vez más creen –como decía Marx que hacían los intelectuales de fines del siglo XIX- que “hubo historia, ya no la hay”. Que los votos son eternos y dan derecho a cualquier tropelía. Igual que Menem en su momento.

Nada más erróneo, somos lo que somos como resultado de una historia que nos marca un camino y un horizonte al que no renunciamos.  La lista de los votos positivos a la Ley Antiterrorista quedará en el basurero de la historia

De tanta frustración y traición, surgirá una nueva fuerza política comprometida con sostener lo conseguido en estos años y perforar los límites que los gestores del Poder le quieren poder.

Más temprano que tarde lograremos la derogación de la nefasta Ley, y gestaremos una alternativa política que sea un firme puente entre la generación que resistió la dictadura y la impunidad con las nuevas generaciones que aprendieron que la política puede ser para defender al pueblo y no satisfacer a sus verdugos.

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José Ernesto Schulman
www.cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com

Todavía hay tiempo: que la Presidenta vete la Ley Antiterrorista y escuche a los organismos de derechos humanos y el movimiento popular que se oponen a su aprobación

 En la madrugada de hoy el Senado de la Nación aprobó el proyecto de ley que duplica las penas para todo delito que los Jueces catalogue de “terrorista”.

El conjunto de organismos de derechos humanos y diversas personalidades ampliamente reconocidas por su compromiso con el estado de derecho se han pronunciado contra la aprobación de esta ley nefasta, heredera y continuadora de las peores tradiciones macartistas y represoras: la Ley 4144 mal llamada de residencia, la 17401 “anticomunista” y la 20840 “de seguridad nacional”.

La invocación a compromisos con el Gafi y el G20 no solo que son inconsistentes sino que de ser ciertas solo agravan la situación porque resultaría un gesto de renuncia a la soberanía nacional en beneficio de organismos internacionales, que fueron señalados como co responsables de la crisis del 2001 y la actual crisis capitalista mundial.

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Liga Argentina por los Derechos del Hombre

Si se aprueba esta ley, el reclamo es terrorista


Declaración del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia
Diciembre 2011
 
Los abajo firmantes, integrantes del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, expresamos nuestro repudio al nuevo proyecto de ley “antiterrorista” enviado al Congreso de la Nación por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner el 14 de octubre de 2011.

Como si no fueran suficientes las más de 4.000 causas judiciales que hoy existen en la Argentina contra luchadores sociales por reclamar condiciones dignas de trabajo, vivienda, salud, estudio y medio ambiente, el Gobierno Nacional envió el pasado 14 de octubre al Congreso Nacional un nuevo proyecto de “Ley Antiterrorista”.

Este proyecto de ley castiga con penas altísimas a cualquier acto político, social o individual que bajo la decisión arbitraria de un juez esté dirigida a “obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”. Es decir, que transforma en “terrorista” a cualquier movimiento de trabajadores, estudiantes, pueblos originarios, derechos humanos, vecino o ciudadano que intente reclamar por sus derechos.

Denunciamos que esta ley es promovida a pedido del Departamento de Estado de Estados Unidos a través del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), y se enmarca en la sanción y aplicación de Legislaciones Antiterroristas a nivel continental para la persecución y criminalización de la lucha política y social.

Bajo el pretexto de combatir delitos graves y sus fuentes de financiamiento el proyecto modifica la ley antiterrorista existente aprobada en 2007 y agrava y profundiza aún más la criminalización de la protesta social. Con una realidad actual donde cada vez son más los ciudadanos asesinados en el marco de protestas sociales que reclaman tierra para vivir o condiciones de trabajo y cuando aumentan peligrosamente los delitos imputados a quienes participan de esas protestas no es difícil imaginar a quienes está dirigido el presente proyecto de ley.

Por todo eso decimos:

Repudiamos al Gobierno Nacional por impulsar este proyecto de ley violatoria de las más elementales libertades democráticas, y a todos los diputados y senadores que la apoyen con su voto.

Convocamos al conjunto de la población y de las organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos a rechazar el nuevo proyecto represivo y a exigir la derogación de la ley antiterrorista del año 2007, hoy vigente.

Para adherir enviar correo a treintaanios@yahoo.com.ar

Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos - AEDD
Asociación de Profesionales en Lucha - APEL
Centro de Abogados por los Derechos Humanos -CADHU
Centro de Profesionales por los Derechos Humanos - CEPRODH
Coordinadora Antirrepresiva por los Derechos del Pueblo - CADEP Liberpueblo

Carta Pública: Una reforma penal que legitimaría la criminalización de la protesta

Proyecto de Legislación Antiterrorista e Inversiones: modificación del Código Penal sobre Prevención, Investigación y Sanción de Actividades Delictivas con Finalidad Terrorista Los abajo firmantes expresamos nuestra profunda preocupación frente al proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional el pasado 14 de octubre ante el Congreso de la Nación que tiene por finalidad reforzar la capacidad estatal de reprimir pretendidos actos de terrorismo o a quienes los financien. El proyecto incorporaría al Código Penal una nueva agravante para cualquier delito que fuera cometido con la finalidad de generar terror en la población o de obligar a un gobierno a adoptar o abstenerse de tomar determinada decisión. En estos casos se elevaría la pena aplicable al doble de la pena mínima y de la máxima. El hecho de utilizar conceptos tan abiertos e imprecisos hacen posible la aplicación de estos agravantes a la gama de figuras penales típicamente utilizadas para la criminalización de la protesta social: en la persecución de resistencias a desalojos, cortes de vías de circulación o simples actos de protesta en el espacio público. Una normativa similar ha tenido graves consecuencias en su aplicación en Chile, lo que ha permitido la persecución penal de dirigentes del pueblo Mapuche en el marco de la ley antiterrorista, por cargos asociados al incendio de bosques. Por ejemplo, actualmente la pena prevista por una usurpación es de 6 meses a 3 años, pero según este proyecto pasaría a ser de 1 a 6 años si se considera que tiene finalidad terrorista, introduciendo así el riesgo de la prisión efectiva. Además, este proyecto implicaría nuevas desproporciones en la escala penal: por ejemplo, quien cometiera un hurto en el contexto de una conmoción pública podría recibir una condena mayor que la que corresponde a un policía que ocasionara torturas.

La reforma propuesta agravaría la amenaza de persecución penal para las personas que luchan por la reivindicación de sus derechos y generaría las condiciones para una mayor criminalización de la 2 protesta social a través de la ampliación de las figuras penales, el aumento de las penas y el estigma social de los luchadores populares, por su eventual asociación simbólica al terrorismo. Si bien el proyecto establece que el agravante no se aplicaría en los casos en que se trate del ejercicio de un derecho constitucional, este criterio no garantiza que líderes sociales no sean perseguidos y sometidos a proceso bajo estas nuevas figuras ligadas al terrorismo, lo que de por sí implicaría someterlos a una fuerte presión para abandonar su reclamo. Dada la amplitud e imprecisión de los términos, se invierte la carga de la prueba y serán ellos los que deberán probar, en el marco de los procesos penales, que no son terroristas. Este tipo de reformas legislativas son exigidas por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) como condición para considerar a nuestro país como un destino seguro de Inversiones Externas Directas. Observamos con profunda preocupación que, a fin de cumplir con las exigencias de organismos internacionales, se dispongan medidas de carácter penal que puedan vulnerar derechos fundamentales. Es necesario ubicar esta iniciativa en el marco de concepciones fuertemente instaladas en torno de las llamadas “nuevas amenazas” en discursos y propuestas sobre seguridad hemisférica. Perspectivas que, en ocasiones, bajo el pretexto de luchar contra los “nuevos” enemigos de la seguridad (que abarcan prioritariamente al narcotráfico y al terrorismo), incluyen respuestas fuertemente punitivas a problemáticas políticas, económicas, sociales, de salud pública o medioambiental. El diagnóstico de “las nuevas amenazas” suele extenderse sin matices sobre la región, a través de propuestas que desconocen particularidades de la situación del delito de cada país, así como el marco normativo interno. La reforma implicaría, además, graves riesgos para las organizaciones que presten apoyo a los movimientos sociales, ya que podrían ser consideradas como autoras del delito de financiamiento al terrorismo, en caso de que reciban, recolecten o entreguen dinero para solventar actividades de organizaciones sociales cuyas protestas sean consideradas acciones terroristas.

Manifestamos nuestra oposición al proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional y llamamos a las autoridades políticas a abstenerse de aprobar esta reforma en tanto constituye una nueva ampliación de la respuesta punitiva estatal mediante la incorporación de figuras inconstitucionales, el aumento de penas y la legitimación de la persecución penal a la protesta social.

Para adherir enviar mail a: leyantiterrorista@yahoo.com.ar

¿Es necesaria la ley antiterrorista?

Buenos Aires, 16 de diciembre del 2011

El gobierno apura la sanción de leyes después de volver a asumir un nuevo mandato.  La urgencia con que aprobó la ley anti-terrorista y anti- democrática  tiene que ver con las imposiciones de los EE.UU. y el GAFI para asegurar sus inversiones financieras y el control de los movimientos sociales, indígenas, campesinos,  trabajadores y estudiantiles.

El proyecto de ley adolece de  claridad y puede ser usado para impedir los reclamos sociales. Me parece semejante a las leyes de impunidad durante el gobierno de Alfonsín, de “punto final y obediencia debida” que votaron los legisladores sin pestañear.

Hoy volvemos a los mismos vicios  y con un gobierno con mayoría absoluta parlamentaria que van a votar con “obediencia ciega”.

En el proyecto de ley no se dice una palabra sobre el “terrorismo económico”.

No clarifica quien o quienes son terroristas, cuales son los parámetros para determinar los que atentan contra la seguridad del pueblo.

Si se aprueba la ley, pueden ser acusados los indígenas que luchan por su derecho a sus  territorios. Los obreros cuando reclamen sus derechos laborales, es decir es una ley que viola los derechos  humanos de la persona y los pueblos.

La pregunta fundamental es ¿por qué tanto apuro sin consultar a las organizaciones sociales y a juristas para evaluar la conveniencia de esta ley más anti-terrorista?

Se han sancionado tres leyes antiterroristas, ¿hasta cuando?

El país vivió actos terroristas de diversos tipos, terrorismo de Estado, las dictaduras militares; los graves ataques terroristas a la AMIA y a la Embajada de Israel, el terrorismo económico del 2001 y 2002, que postraron y saquearon el país con total impunidad.

Creemos que, más que aprobar leyes antidemocráticas, es necesario aplicar las leyes vigentes, fortalecer la seguridad de la población y capacitar adecuadamente a las fuerzas de seguridad y su formación, como disponer del equipamiento necesario.

En síntesis, generar medidas preventivas y no aplicar medidas represivas.

Hay una tendencia cada vez mayor, incluso en países como EEUU y Europa de ir restringiendo los derechos civiles y aplicando el control social y punitivo.

Los mecanismos impuestos son el miedo; en nombre de la seguridad se restringe la seguridad ciudadana. Es necesario estar alerta frente al avasallamiento de la libertad de los pueblos y que no nos arrastren a los totalitarismos

Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz

NO a la Ley Antiterrorista - Comunicado de prensa - H.I.J.O.S. 20/12/2001

Ante el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo Nacional el pasado 14 de octubre ante el Congreso de la Nación y que ya obtuvo la media sanción por parte de Diputados el pasado 16 de diciembre, expresamos nuestro rechazo y preocupación por sus posibles consecuencias en lo que respecta a la aplicación de la Ley Antiterrorista.

El nuevo inciso del artículo 41 pretende duplicar la pena para todos los delitos del Código Penal si se cometieran con la finalidad de “aterrorizar” a la población o de obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo.

El proyecto, que ahora está en manos de Senadores, tiene como objetivo reforzar la capacidad estatal de reprimir pretendidos actos de terrorismo y/o a quienes los financien. Utiliza conceptos tan abiertos e imprecisos que nos preocupan en relación a la garantía de los derechos de las personas sobre las que se pudiera aplicar. ¿Quién y cómo va a definir esas categorías indefinidas?

Esta modificación agrava las condiciones de una ley que no podemos más que rechazar de plano, porque deja las puertas abiertas a la libre interpretación de los miembros del Poder Judicial para aplicarla. ¿Dónde está en la ley la definición sobre “terrorismo”? Nuestro país, como tantos otros, tiene la experiencia de siete años de genocidio, basado en la criminalización de las organizaciones de resistencia.

El “terrorismo” es una construcción. Una idea subjetiva utilizada desde hace años por las potencias occidentales para justificar invasiones, mantener asustada y obediente a su población y violar muchos derechos consagrados en 1948 por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nadie se autoproclama terrorista, sino que esta definición es aplicada, desde el Estado o sectores dominantes de la economía, sobre individuos o grupos a los que se quiere despojar de sus derechos más básicos.

La definición moderna, occidental y cristiana de terrorista busca construir la idea de un enemigo tan atroz que es aceptable la violación de todo derecho (espionaje, tortura, ejecución sin juicio) para aniquilarlo. Resistimos la sanción de una Ley Antiterrorista impulsada por países que embarcados en “Operaciones antiterroristas” violaron el derecho internacional, causaron muertes en la población civil y suprimieron toda garantía legal a sus víctimas.

El mayor ejemplo de la volatilidad y arbitrariedad en la construcción de esta definición de terrorista lo dan los Estados Unidos de Norteamérica, que hoy consideran terroristas a sus aliados de hace décadas. Grupos a los que financiaron, entrenaron y proveyeron de armas cuando el enemigo a combatir era otro. Consideramos peligroso e inaceptable que decida quiénes son terroristas o no un Estado que viola los derechos humanos y procede ilegalmente, que fragua pruebas y manipula a la prensa para justificar invasiones con el sólo fin de apropiarse de recursos naturales del país ocupado.

No estamos dispuestos a que las grandes potencias instalen en nuestra región una visión como la expresada por los Estados Unidos de Norteamérica años atrás, que consideraba que naciones hermanas de la Argentina como Venezuela, Bolivia y Cuba, forman parte de un “Eje del mal”, susceptibles de ser señaladas como terroristas, a quienes hay que combatir.

Desde 2003 a esta parte, nuestro país ha avanzado mucho en materia de promoción y defensa de los derechos humanos. Todavía queda mucho por hacer, pero esta medida nos hace retroceder en ese camino. No puede pasar desapercibida. Tiene una gravedad importante para quienes consideramos que los Estados deben ser garantes de los derechos humanos de todos y todas.

Como defensores de los derechos humanos, repudiamos la Ley Antiterrorista, la reforma del Código, y también las condiciones en las que se trata esta reforma, que responde a exigencias del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) para no excluir a la Argentina de allí y del G20.

Así como celebramos medidas de gobierno que fortalecen la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, por entender que son el bastión de una patria justa, no apoyamos esta iniciativa. Queremos seguir dando ejemplo ante el mundo en materia de derechos humanos, pero medidas así nos alejan de ese camino.

H.I.J.O.S.
Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio

Corresponde vetar la terrorista Ley Antiterrorista


Desoyendo el clamor de los organismos de derechos humanos y diversas fuerzas sociales y políticas, las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación han aprobado en tiempo récord, un proyecto de Ley al que rechazamos por su costado represivo como por ser el resultado de una imposición extranjera.

Si se consagrara el proyecto votado, todo el Código Penal sería transformado en un instrumento represivo capaz de caer sobre cualquier ciudadano que luche por sus derechos. Como en todas las leyes represivas de nuestra historia (y llevamos más de cien años de ellas) se encarga a la autoridad judicial la caracterización de “terrorista”, término indefinido si lo hay, lo que podrá ser utilizado con la discrecionalidad y autonomía con que cuentan los jueces federales, muchos de los cuales utilizan dicha prerrogativa para sabotear los juicios por delitos de lesa humanidad, como la misma presidenta de la Nación denunció en el discurso de inauguración de su segundo mandato. 

Además no es secreto para nadie que la sanción de la ley es una exigencia del GAFI, un organismo de la órbita del Fondo Monetario Internacional, que hace correr rumores de supuestas sanciones si nuestro país no se disciplina.  Conocemos suficientemente el resultado de estas imposiciones como para consentirlas ahora nuevamente.

Por todo ello, los organismos de derechos humanos abajo firmantes nos pronunciamos para que haciendo uso de sus facultades constitucionales, la presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernandez de Kirchner, vete esta ley para bien de la democracia, la soberanía nacional y la dignidad y derechos de nuestro pueblo.

SERVICIO DE PAZ Y JUSTICIA
LIGA ARGENTINA POR LOS DERECHOS DEL HOMBRE
ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS
MOVIMIENTO ECUMENICO POR LOS DERECHOS HUMANOS

jueves, 22 de diciembre de 2011

Saludos Navideños del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos


Extracto de la Oración oficial del MEDH, diciembre de 1976
Señor de la Vida,  en esta Navidad te pedimos que tu presencia en nuestro mundo haga posible la Vida en la plenitud que querés para tu pueblo.

Que cada un@ de l@s que has llamado a participar de la Vida tenga la posibilidad de vivir intensa y libremente este don que nos has dado: que nunca haya entre nosotros quién maldiga el momento en que nació, por la pobreza, la falta de trabajo, la marginación social, la persecución, las amenazas, la cárcel, la tortura, la sentencia inapelable, el juicio arbitrario, la condena a muerte, la incertidumbre de su destino o cualquier otro tipo de limitación de la vida.

Te pedimos que nos des valor para defender la Vida. Que no temamos porque Tú has vencido la muerte y el mal, y tú estás con nosotr@s hasta el final de los tiempos.