miércoles, 29 de febrero de 2012

“Nos tocó ser pobres, negros, suburbanos”


POR MARÍA FLORENCIA ALCARAZ

29/02/12 - 

Todas las mañanas son iguales, hasta que un día no son tan iguales y nos damos cuenta de que la muerte es parte de nuestra rutina “aceptable”. Es que nos tocó ser pobres, negros, suburbanos y “aceptamos” seguir trabajando, estudiando, viviendo así. Por eso, para sobrevivir, escondemos debajo de la alfombra el horror mirando para otro lado la tragedia cotidiana que nos rodea.

Hoy somos noticia y a nosotros nos duele la columna vertebral del Oeste, que es nuestro Sarmiento. Ese que nos lleva al trabajo, el que transportó nuestros nervios la primera vez a la universidad, en el que vimos tantos amores de nuestras vidas, en el que nos afanaron, en el que dormimos siestas y soñamos. Ese que corrimos para ir a una cita en una plaza del oeste, ese que nos permite cruzar los límites de la General Paz para ir a dar un paseo a la Ciudad. 

El que nos lleva a todos los recitales, al que subimos en pedo, el que saludábamos desde un auto cuando éramos bebés o jugábamos en sus rieles de pibitos. Ese que puteamos todos los días, pero también “aceptamos”. Hasta deberíamos “aceptar” que la culpa de lo que pasó es nuestra. Forma parte de nuestra cultura estar amontonados en los barrios, en el transporte, en la vida. 

La culpa es nuestra porque somos tan negros que nos acumulamos en los primeros vagones así como dejamos todo para último momento y por eso hay cola para la SUBE. También “aceptamos” la culpa del maquinista, que es uno de los nuestros, así que seguro estaba borracho el negro o se quedó dormido. Error de negro, más que humano. Además, es culpa nuestra ser tantos. “Aceptamos” nuestro destino trágico porque nos tocó esta: podemos morirnos yendo a ver una banda de rock y viajando a laburar también. Habrá que no aceptar más o habrá que dejar de ser negros. Y yo, quiero seguir siendo negra.