lunes, 24 de marzo de 2014

Documento del MEDH – Regional Rosario con motivo de la conmemoración del Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia



Creemos necesario recuperar el diálogo y el trabajo conjunto que históricamente pudimos realizar entre  organismos de Derechos Humanos y movimientos sociales, trabajo que desde hace unos seis años se ha perdido progresivamente hasta el punto de no poder marchar juntas/os y realizar un acto único, en torno a la conmemoración del 24 de Marzo como “Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia”. 

En lugar de presentificar lo que han significado y han determinado hasta el presente  la instauración del Terrorismo de Estado y las luchas de tantas/os militantes perseguidas/os, torturadas/os, muertas/os y desaparecidas/os, nos hemos preocupado por defender o atacar a un determinado tipo de gobierno. ¿Esa es nuestra misión? 

En todo caso, lo que nuestras luchas de años han conseguido es que se conozca, se juzgue y se sancione a este proceso genocida y a sus autores-gestores, de manera que nunca más se vuelvan a repetir tales crímenes de lesa humanidad en contra de las organizaciones populares y sus militantes, acciones que se realizaron bajo un proyecto estratégico cívico-militar con el fin de encadenar al país en todos los órdenes, disciplinar a los movimientos sociales y tener bajo el terror, el sufrimiento y el control social a la mayoría de la población en beneficio de las élites económicas, políticas, sociales y culturales que han sostenido históricamente nuestra dependencia como Nación.  

Nos preguntamos si no estamos perdiendo el rumbo en este sentido, porque nos hemos anclado demasiado en el pasado y hemos dejado de atender a las dinámicas económico-políticas del presente. Por ello nos importa abordar la/s situación/es actual/es desde la óptica ampliada que nos ha abierto la comprensión-juzgamiento de lo que fuera aquella movida de la Trilateral en América Latina y de aquellos grupos de poder locales que participaron de tal proceso, con la nefastas consecuencias de dominación y opresión vividas por nuestro Pueblo. 


Por eso todas/os nosotras/os venimos luchando para hacer posible el sueño de nuestras/os hijas/os, familiares, amigas/os y compañeras/os de liberarnos hacia una sociedad “otra”, basada en la justicia y en las oportunidades para todas/os. En tal perspectiva, hemos demostrado tener capacidad para accionar y protagonizar luchas concretas en contra de este violento sistema-mundo, plagado de tantas inhumanidades y de múltiples deterioros producidos al medioambiente, lo cual ha evidenciado una capacidad real de construir unidad en el marco de la solidaridad integral con las víctimas de este sistema. 

Sin embargo, tal capacidad se ha disgregado paso a paso, debido a que determinados gobiernos (ya sean nacionales, provinciales o municipales) han sido interpretados como los protagonistas principales de toda dinámica socio-política, corriendo el eje de nuestro trabajo cotidiano a tomar posicionamientos en favor o en contra de determinadas administraciones políticas y aparatos partidarios. 

Así, nos hemos distanciado y dividido por defender e interpretar lo que hace o deja de hacer un gobierno. Ciertamente necesitamos que las gestiones políticas asuman y universalicen nuestras banderas (y las de otros movimientos sociales), con la concreción de proyectos económicos, políticos, sociales y culturales que estén orientados al acrecentamiento de la dignidad humana y al goce de los Derechos Humanos en su integralidad, en calidad de camino hacia una humanidad más igualitaria. Pero ciertamente, en ese andar no lograremos, si somos oficialistas, observar y escuchar quejas o críticas provenientes de distintos sectores de la sociedad civil, o si somos de la oposición, no podremos  alegrarnos por todas aquellas conquistas (sociales y políticas) que implicaron mayor justicia para todas/os y por las que venimos trabajando hasta el día de hoy desde distintos lugares. 

Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿estamos perdiendo la identidad y las motivaciones como Movimiento Social de Derechos Humanos, para asumirnos desde una perspectiva partidaria, como si esta fuera la única ruta para la transformación? 

Tal vez el interrogante que atraviesa esta realidad, es si no hemos podido plantear con profundidad las grandes cuestiones que hoy nos reclaman diariamente:  ajuste e inflación, desatención al delito organizado, uso y muerte de niñas/os, adolescentes en situación de exclusión e inseguridad de víctimas-victimarias/os-vecinas/os, luchas de Pueblos Originarios y desatención a sus reclamos (con las correspondientes muertes de líderes Qom, como se han dado hasta el momento), transnacionales, modelo económico neo-extractivista, consumismo, crisis climática y energética, sojización, minería a cielo abierto, explotación petrolera por fracking, corrupciones-impunidades y justicia inoperante, desprestigio de luchas sociales, patotas y barras bravas destinadas a la tercerización de la represión, criminalización de las/os luchadoras/es sociales y de la protesta… 

De esta manera, pensamos que es importante el operar partidariamente en cuanto camino para establecer políticas de Estado, pero lo que distingue a los movimientos sociales (y entre ellos, al Movimiento de Derechos Humanos) son sus objetivos ético-políticos, en razón de que nos hemos propuesto históricamente visibilizar, denunciar y luchar contra la inhumanidad de este sistema-mundo, en sus múltiples dimensiones (económica, política, social y cultural) para marchar hacia otro sistema de rostro humano, que presione y posibilite la emergencia de un nuevo Estado Social de Derecho (cuyo encuadre sea ciertamente el Derecho Alternativo, como paradigma superador del Derecho Burgués hoy existente), siempre en revisión hacia un vivir-convivir pleno y grato en el marco de un medio ambiente potenciado. 

Por eso importa el mantenernos unidas/os, pues nos conocemos desde hace años, militando en un movimiento popular cuya consigna principal es construir una humanidad otra, que dé lugar, oportunidades y seguridad a todas/as nuestras/as conciudadanas/os, sin desigualdades, sin discriminaciones y sin exclusiones. Ese es precisamente nuestro anhelo y nuestro horizonte, orientado a edificar un mundo nuevo donde la solidaridad y la justicia sean una realidad viva para nuestro Pueblo, en el ejercicio de la memoria y en la transformación del presente, como signo de que el futuro de Dios ya está entre nosotras/os.
Sean nuestros deseos de paz y bien, para todas/os nuestras/os compañeros/as y hermanos/as, en el espíritu de este antiguo lema: “Desde el Evangelio por la Vida”.

Rosario, 23 de Marzo de 2014

30.000 compañeros desaparecidos: ¡Presentes, ahora y siempre!