Hace unos pocos días se cumplieron 75 años de la silenciada “Masacre de Oberá”
En aquel entonces, “ciudadanos ilustres” empuñaron armas para “ayudar” a la policía a reprimir y perseguir a los colonos. El resultado fue que varios hombres y mujeres, que pedían por la mejora del precio de su producción, solo encontraron muerte y horror.
En los últimos días se hace eco en nuestra provincia el reclamo y la desazón de muchos tabacaleros, que del mismo modo buscan un precio más justo para su producto. Como aquella vez, el aparato represivo se ha puesto en marcha. Como hace 75 años, la historia parece correr la misma suerte. Esta vez se envió a los empleados de la empresa a correr a palazos a los que están protestando. Hubo una amenaza: - “Aquél que no salga a pegarle a los colonos ¡considérese despedido!”.Tanto unos como otros, tabacaleros y empleados son parte de un sistema perverso que beneficia al bolsillo de unos pocos.
El ninguneo de la protesta por parte de los “representantes” de los tabacaleros se vio claramente en los medios de comunicación y esto es algo realmente alarmante y por demás preocupante. Los mismos “ciudadanos ilustres” de antaño, hoy no usan armas, sino que utilizan artilugios tales como el hecho de hacer firmar a los necesitados abacaleros un “acuerdo” que los haga más esclavos todavía. En una tramposa medida se solicita que algún juez habilite el acopio, ceptando al mismo tiempo el pésimo precio que se propone desde la boca de acopio.
La masacre se hace esta vez de forma institucional, organizada y con poyo de sectores gubernamentales: No se usan armas, es más simple tilizar la necesidad de los pobres para exprimirles así la última gota de vida. Ya no es necesaria la pólvora que impulse los proyectiles, hoy los “metales pesados” se cargan en cada una de las mochilas de agroquímicos. Así, los hijos nacen con malformaciones genéticas y la vida digna con salud ya no es posible. El tiempo de vida de nuestros tabacaleros (que tanto producen) no llega al promedio de los 55 años, una cifra alarmante, escondida detrás del gran “suceso económico” que nunca les llega a los colonos pobres, enfermos, desprotegidos y abandonados. La paradoja de hoy es que quien está ahora defendiendo los intereses comerciales de los acopiadores es justamente un descendiente de aquellos, que han sido las víctimas más importantes en aquella otra masacre de Oberá.
Desde siempre hemos tenido en claro, que la “cultura del tabaco” produce muerte desde su producción hasta el consumo, lo que no justifica de ninguna manera que, se le agregue una masacre colectiva cuando los obreros más pobres solamente buscan con toda justicia mejorar sus condiciones de vida accediendo a un precio más justo por la producción.
Desde el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), manifestamos nuestra preocupación y denunciamos la alarmante desprotección que sufren por parte del estado los sectores más pobres de nuestro pueblo cuando piden que se les reconozca la dignidad de su trabajo y de sus vidas.
Por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos – Oberá, 4 de abril de 2011
Carlos Kozel, vicario en la parroquia Alicia de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP)
Eugenio Albrecht, pastor del proyecto “Buscando ser tierra fértil” de la IERP – Oberá
Leonardo Schindler, pastor de la congregación Alem de la IERP
Miguel Ponsati, pastor de la IERP – Miembro de la Junta Pastoral Nacional del MEDH
Clovis Kurtz, pastor de la Congregación Olaus Petri-Oberá de la Iglesia Evang. Luterana Unida
Leonardo Schindler, pastor de la congregación Alem de la IERP
Miguel Ponsati, pastor de la IERP – Miembro de la Junta Pastoral Nacional del MEDH
Clovis Kurtz, pastor de la Congregación Olaus Petri-Oberá de la Iglesia Evang. Luterana Unida