Murió Helmut
Frenz. El teólogo y
defensor de los Derechos Humanos se jugó la vida muchas veces durante su vida,
ante todo durante sus años en Chile.
De BERND
PICKERT (Traducción:
Arturo Blatezky)
Desde el golpe
de 1973 en Chile Helmut Frenz ayudó a muchísimos perseguidos por el régimen de
Pinochet, lo que le valió la expulsión del país.
Helmut Frenz fue una de esas personas de la iglesia que respetan y admiran
incluso los más acérrimos ateos. Este hombre, que falleció el martes 13 a los 78 años de edad en
Hamburgo, fue para muchísimos un ejemplo fundamental tanto por su credibilidad
como por su compromiso, y ello tanto en Chile como en el campo de los Derechos
Humanos en Alemania.
Cuando llegó con
32 años en 1965 a
Concepción, Chile, probablemente lo haya guiado una mezcla de aburrimiento y
curiosidad por lo nuevo. Pero su estadía en Chile habría de cambiar
radicalmente su vida.
Frenz aprendió el castellano, y ello le significó la entrada a la sociedad
chilena, cuya profunda desigualdad entre pobreza y riqueza comenzó a
movilizarlo muy pronto. Frenz comenzó a preocuparse por los más pobres, p.ej.
apoyando una toma de tierras, con lo cuál para su congregación más bien
conservadora pronto se convirtió en “el pastor rojo”.
Lo cuál
seguramente no era. Porque aunque Frenz tuviera simpatías por los proyectos
sociales del socialista Salvador Allende, elegido presidente en 1970, cuando éste
fue destituido por Pinochet el 11 de setiembre de 1973 Frenz en cartas enviadas
a Alemania incluso llegó a mostrar
cierta comprensión, expresando la esperanza de que los militares respetaran los
Derechos Humanos.
Pero pronto tomó
contacto con las víctimas del golpe militar, y comenzó a ayudarles. Ocultó en
su propia parroquia a muchísimos perseguidos –muchos de ellos de otros países
latinoamericanos- así como a muchísimos chilenos. Posibilitó su fuga a terceros
países, muchas veces bajo circunstancias increíblemente aventuradas y con
altísimo riesgo propio.
Pocas semanas después del golpe
Frenz había visto y oído lo suficiente, como para convertirse en un acérrimo
enemigo de la dictadura militar. En 1975 el régimen se hartó de él: Luego de
que Frenz asistiera a una consulta del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra
(Suiza) le fue prohibido el ingreso a Chile.
Un año después de
su regreso forzoso, fue elegido como Secretario General de Amnesty
Internacional en Alemania, lugar desde donde siguió luchando por la defensa de
los Derechos Humanos en América Latina y contra sus dictaduras de aquél tiempo.
Dirigió la sección alemana de Amnesty hasta 1985.
Pero Helmut Frenz
siguió siendo fiel a Chile, su nueva patria elegida, volviendo siempre de nuevo
a ella luego del fin de la dictadura, colaborando en la elaboración de sus
terribles secuelas. Durante muchos años
ayudó a sus víctimas en su justificado reclamo de resarcimiento a la vez que
denunció y condenó la colaboración de empresas alemanas con la dictadura y
llamó a su propia iglesia una y otra vez a actuar no solamente caritativamente,
sino poniéndose claramente al lado de los más débiles y comprometiendo su vida
con ellos.