Los documentos hallados en Libia, por investigadores de Human Rights Watch y periodistas en una instalación de los servicios secretos, que dan cuenta de la relación de Muammar Khadafi con los gobiernos de Inglaterra y Estados Unidos ofrecieron nuevos datos divulgados por los medios británicos y estadounidenses. Los textos muestran que el ex primer ministro británico Tony Blair ayudó al hijo de Khadafi Saif al Islam con su doctorado, que Estados Unidos envió a sospechosos de terrorismo a Libia para ser interrogados, que las fuerzas de seguridad alemanas recabaron consejos de Libia y que la agencia de inteligencia británica MI-6 incluso rastreó números de teléfono para Libia.
La información revelada data de
2003, cuando Khadafi formalmente renunció a sus planes de desarrollar programas
de armas de destrucción masiva. El periódico británico The Independent
asegura que los documentos fueron hallados en las oficinas del ex ministro del
Exterior libio Mussa Jussa, que huyó a Londres en marzo..
Gran parte de la asistencia pretendía recompensar
a Khadafi por esa decisión, un importante paso dado en los meses posteriores a
la invasión estadounidense de Irak y en plena guerra de Afganistán, pero los
documentos muestran que esa ayuda fue incluso más intensa de lo que se creía.
Algunos textos, según los medios, señalan incluso
que Estados Unidos preparó el discurso en el que el líder libio anunció el fin
de sus programas de armamentos, y la cooperación entre las dos partes fue tan
cercana que la CIA
quería establecer una "presencia regular" en Libia, según The
Wall Street Journal, que cita una nota de Stephen Kappes, el entonces
número dos de la CIA.
También hay pruebas de favores personales entre
líderes libios y sus nuevos aliados, como señala el ejemplo de Blair y el hijo
de Khadafi. La misiva se dirige al "ingeniero Saif", al que agradece
por destacar su tesis propuesta, y llega a sugerir ejemplos que "podrían
ayudarle con sus estudios". Blair lideró los esfuerzos internacionales
desde 2004 para devolver a al coronel libio a la escena internacional tras años
de aislamiento.
Apenas hubo declaraciones hasta ahora de la CIA y el MI-6, los más
afectados por el escándalo. Un portavoz de la CIA dijo simplemente a The New York Times
que no debería sorprender que la
CIA intentara cooperar con potencias extranjeras para
intentar controlar el terrorismo.
Según Sunday Times, el servicio secreto
británico interno, colaboró con el régimen libio y solicitó a información sobre
supuestos sospechosos de terrorismo encarcelados y posiblemente sometidos a
torturas. A cambio, los británicos entregaron informaciones sobre opositores a
Khadafi que vivían en Reino Unido.
Por su parte, el diario Daily Mail
asegura que en los documentos queda claro que Libia sometió a Reino Unido a una
enorme presión para lograr la liberación de Abdel Bassit al Megrahi, el único
condenado por los atentados de Lockerbie contra un avión de pasajeros
estadounidense en 1988 que dejó 270 muertos.
Al Megrahi fue indultado hace unos dos años
alegando motivos de salud. Pero según los documentos, el régimen libio amenazó
con "terribles consecuencias" para las relaciones libio-británicas si
no era dejado en libertad.
Según The Wall Street Journal, los lazos
con Libia crecieron durante la segunda fase del mandato del ex presidente
George W. Bush, cuando muchos sospechosos de terrorismo fueron enviados a
Libia, conocida por permitir la tortura durante los interrogatorios.
Las agencias de inteligencia estadounidense
enviaron incluso una lista propuesta de preguntas para los interrogados con 89
cuestiones. Peter Bouckaert, de Human Rights Watch, consideró que la
cooperación con el régimen de Khadafi supone "un capítulo muy oscuro"
de la historia estadounidense.