23 de mayo de 2013
-¿Cómo surge el "Millones
contra Monsanto" en Argentina?
-Millones contra Monsanto es un
movimiento global con presencia en los 5 continentes. Sin embargo su
organización es espontánea e inorgánica, por eso cada espacio responde a las
demandas particulares del lugar. Esto se debe a que Monsanto tiene diferentes
maneras de presentarse en cada país, la única constante es que siempre con
productos que destruyen el ambiente y envenenan la vida. Por ejemplo, podríamos
encontrar un grupo en Asia que divulgue la responsabilidad de Monsanto en la
Guerra de Vietman con el agente Naranja. Otros grupos en Europa se
focalizan en la alimentación y las campañas contra los alimentos que contienen
transgénicos, ya que la siembra esta prohibida en la mayoría de los países.
Nuestro grupo se formó en 2012 y si bien existen muchas organizaciones que desde hace años trabajan la temática, en la capital Monsanto no era conocido para la mayoría de los porteños y porteñas. Entonces el primer desafío fue y es dar a conocer a Monsanto y todas las formas en las que está depredando, saqueando y contaminando nuestro suelo, agua y aire. Así nos reunimos y conformamos el colectivo "Millones contra Monsanto", donde de manera horizontal y autogestionada luchamos con un espíritu antipersonalista, apartidario, anticapitalista y antipatriarcal. Invitamos a que esta experiencia se replique en todo el país y sin pedir permisos nos reunamos en defensa de la vida y los bienes comunes.
-¿Tienen relación con la campaña global surgido en EEUU?
Fue justamente la Campaña de Occupy Monsanto, surgida en la movida Occupy Wall
Street que se convocó en septiembre de 2012 la que nos empujó a hacer nuestra primera convocatoria a la puerta de Monsanto en Buenos
Aires. Esa primera experiencia del 19 de septiembre se multiplicó por todo
el país, hubo más de 10 ciudades que se sumaron espontáneamente. En algunos
lugares eran sólo uno o dos compañerxs que se aventuraban a informar quien era
Monsanto en una plaza de pueblo con algunos volantes y afiches improvisados. En
Bahía Blanca, por ejemplo, la convocatoria la llevó adelante un fotógrafo que
montó una performance en las escalinatas de la Municipalidad. Esas fotos dieron
la vuelta al mundo. En Córdoba capital fueron miles marchando por el centro de
la provincia.
De allí en adelante las acciones y el crecimiento fue vertiginoso. El 2 de diciembre hicimos un “Mega evento: Fuera Monsanto”, también en Plaza San Martín y ahí la cantidad de gente se multiplicó exponencialmente. Este año empezamos con dos actividades fuertes. Lanzamos la Campaña por una “Ley de etiquetado de OGM y transgénicos” para nuestro país, bajo el lema “Queremos saber qué comemos” y realizamos una marcha en simultaneo con Malvinas Argentinas. Participamos del 3° Encuentro de Pueblos Fumigados de la Provincia de Buenos Aires, Mar del Plata 2013, y del Plenario extraordinario que se realizó en Alberti, donde además acompañamos el acampe y huelga de hambre del periodista Oscar Di Vincensi.
-¿De qué modo caracterizan la situación en Argentina?
-La Argentina está, al igual que el resto de Latinoamérica, muy “complicada” con el avance de Monsanto y los agronegocios. El modelo es dependiente y no tiene plan “B”. No tenemos que olvidar que Argentina fue el primer país de América Latina en aprobar la siembra y comercialización de transgénicos. Merece un párrafo aparte cómo fue esa “autorización express” que demoró sólo 81 días de un caluroso verano cuando todxs estaban de vacaciones, con un expediente con el 90% de sus páginas en inglés y provistas por la misma Monsanto.
Hoy, casi 20 años después la
consolidación de este modelo cuenta los muertos por miles, o mejor dicho,
oculta los muertos por miles. Vemos a diario pueblos originarios desplazados,
asesinados o amenazados, cerros que desaparecen y represiones a quienes
intentan defenderlos; subsuelos que se fracturan y funcionarios que festejan
alegremente como se contaminan las últimas reservas de agua dulce; pueblos que
se fumigan y miles de hectáreas sembradas con soja incomible mientras millones
no tienen acceso ni a la comida ni a la tierra; mientras tanto, las rejas y el
cemento crecen, los emprendimientos inmobiliarios “inundan” Buenos Aires.
-¿Cómo observan la posición del gobierno?
-El gobierno nacional es funcional a los intereses de Monsanto, también de la Barrick, de Chevron, de Cargill y podemos seguir enumerando. Los gobiernos capitalistas son sus voceros, incluso son tan irrelevantes que cuando no cumplen eficientemente los mandatos del establishment se los cambia como ocurrió en Paraguay, donde Monsanto fue el principal responsable del Golpe de Estado que se le hizo al presidente Lugo. Vemos entonces que lxs presidentxs Latinoamericanos, incluso los “progresistas”, levantan la bandera de Monsanto.
Tampoco en nuestro país vemos grandes diferencias entre el color que gobierne, un ejemplo de análisis es el caso de Malvinas Argentinas, Córdoba, donde vemos que más allá de las supuestas “diferencias irreconciliables”, el gobierno nacional de Cristina Fernandez de Kirchner (FPV) festejó la inversión de la empresa que concentra el “Monopolio” de semillas transgénicas y agrotóxicos en el mundo; por su parte, el Gobernador De la Sota (opositor al gobierno), abrió sus puertas a Monsanto para que ponga dos plantas en la provincia y por último, el radical Daniel Arzani, intendente de Malvinas Argentinas, recibió los Curriculum vitae de lxs postulantes para trabajar en la planta de Monsanto.
Por eso nosotrxs preferimos no
personalizar las críticas, básicamente porque eso supone que con cambiar una
voluntad política, una persona o un partido las soluciones aparecerían.
Nosotrxs denunciamos al modelo y más aún: al sistema. Estamos convencidxs de
que sin un cambio sistémico, todo cambio será simple cosmética.
¿Cree que hay mayor conciencia a partir de las resistencias populares?
-Nosotrxs estamos seguros que la resistencia popular crece y que también crece la conciencia. El desafío es comprender que todas las luchas son la misma lucha y que debemos dejar de pelear aisladamente contra las caras del mismo monstruo, sea Monsanto, Barrick, o el gatillo fácil. La teoría de que la resistencia popular crece se confirma cuando vemos como aumenta la represión al pueblo. Esta es la clara evidencia de la impotencia del sistema ante la organización social. Sin dudas también hay una mayor conciencia, el problema es que los niveles de conciencia y participación van mucho más lentos que el avance destructivo del sistema.
Así, mientras algunxs porteñxs
escuchan por primera vez la palabra transgénico, hace más de 15 años que los
comen a diario sin tener conocimiento de los peligros a los que se exponen y
exponen a sus hijxs. Algo que nos ocurre a diario es ver cómo la gente se queda
perpleja cuando escucha que la leche es un alimento peligroso. Monsanto
comercializa en nuestro país, uno de los pocos en el mundo en el que no está
prohibida, la hormona de crecimiento rBGH que hace que las vacas produzcan más
leche pero también que desarrollen mastitis, generando un cóctel de pus,
antibióticos y hormonas de crecimiento. El resultado: lxs niñxs son púberes a
temprana edad y tienen una propensión a contraer cáncer de mamás y próstata
entre otros.
El tema de la alimentación es
realmente un problema serio en nuestro país. Lamentablemente la comida libre de
agrotóxicos y transgénicos esta circunscrita a las elites, mientras que los
pobres no tienen ninguna posibilidad de acceder a una alimentación saludable.
Por eso estamos luchando por la Ley de etiquetado de transgénicos como paso
previo a la prohibición que es nuestro objetivo.
-¿Cuál es el objetivo de la marcha de este sábado?
-Visibilizar, concientizar, señalar a la empresa y también mostrar el plan completo, el que incluye el etnocídio y el ecocídio. Queremos comunicarle a Monsanto y al mundo que hemos decidido liberarnos de los mandatos y enfrentar al sistema, que asumimos el desafío de denunciar el plan de destrucción, combatirlo y trabajar en la construcción de un nuevo modelo donde volvamos a ser humanos, completos, en armonía entre nosotrxs y con nuestra Madre Tierra. Decimos basta de saqueo y contaminación, exigimos respeto a la biodiversidad. No permitiremos más alimentos transgénicos, exigimos una alimentación orgánica, libre de agrotóxicos y trabajo esclavo. Nuestra propuesta es la Agroecología y la vuelta de las familias al campo. La tierra debe ser para quien la trabaja.