En
representación de la Red Nacional de Medios Alternativos, Fernando Tebele y
Silvana Iovanna plantean su visión acerca del proceso de aplicación de la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Por Fernando Tebele y Silvana Iovanna *
A
tres años de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y
mientras todas las luces están puestas en el 7-D y en la desinversión de los
monopolios, desde la Red Nacional de Medios Alternativos seguimos construyendo
comunicación comunitaria, alternativa y popular, sabiendo que, en esa fecha, no
se define nuestro futuro.
La nueva ley
generó expectativas entre los movimientos populares. Durante el proceso de
debate previo a la sanción aportamos nuestro análisis y reflexión que se
tradujo en propuestas concretas. Paralelamente, e incluso desde antes del
debate por la ley, hemos impulsado la creación de un centenar de radios y
televisoras con organizaciones de todo el país. También acompañamos su proceso
de construcción, capacitación y sustentabilidad político-comunicacional.
Los medios
nucleados en la RNMA analizamos nuestra situación ante la nueva ley en un
comunicado recientemente publicado (www.rnma.org.ar). Allí expresamos nuestra
preocupación por algunos pasos que se fueron dando en la implementación de la
norma, sin respetar lo que el texto exige ni nuestra especificidad como sector.
Por ejemplo. La
ley establece, como requisito previo a la entrega de licencias, la obligación
de armar y hacer público un Plan Técnico de Frecuencias: un mapa de todo el
país que muestre cómo está el espectro (qué porción está ocupada, por quiénes y
cuánto queda libre). Recién cuando sea elaborado, la Afsca debería, también
según la ley, reservar el 33 por ciento para los medios sin fines de lucro. El
Estado no ha realizado este plan técnico y, en consecuencia, no ha hecho la
reserva del 33 por ciento. Sin embargo, continúa con la entrega de licencias y
la apertura de concursos. Este incumplimiento, además de no respetar lo que la
ley exige, deja la puerta abierta a la entrega discrecional de las mismas.
Por otro lado, en
los concursos convocados por la Afsca, los medios comunitarios, alternativos y
populares tenemos que cumplir con bases y condiciones de pliegos que poco
contemplan la diferenciación entre las entidades con y sin fines de lucro.
Tampoco diferencian y especifican a nuestros medios dentro de los prestadores
sin fines de lucro, equiparando a cualquier medio comunitario con fundaciones o
asociaciones ligadas a estructuras sindicales, eclesiásticas u otras, cuyo
poder político y económico está muy lejos del que pudiera tener una asamblea de
vecinos autoconvocados o los familiares y amigos de Luciano Arruga.
En el debate
previo a la ley quedó en claro que la necesidad de modificar el decreto de la
última dictadura cívico-militar (empeorado en sus mecanismos concentradores por
todos los gobiernos democráticos que la sucedieron, sin excepción), tenía como
objetivo principal la democratización del espectro radioeléctrico, dando lugar
a la multiplicación de voces y discursos.
Aunque el 7 de
diciembre se iniciara la desinversión de los grandes grupos, por la que hemos
luchado durante años desde nuestros medios, no se solucionarían los problemas
actuales. Las licencias de las que deban desprenderse los monopolios no
necesariamente volverán al Estado para ser sumadas a un espectro que colabore
en garantizarnos el 33 por ciento. Sino, más bien, serán transferidas entre
privados, pasando quizá de grupos poderosos a otros que también lo son.
La identidad de
nuestros medios comunitarios, alternativos y populares se define desde las
prácticas colectivas, las relaciones con la comunidad y la existencia de un
proyecto comunicacional por y para la organización popular.
Nuestra
problemática es particular y exige ser tratada de tal modo. Según la ley,
nuestros medios deben tener operadores técnicos y locutores profesionales,
¿cómo le explicamos a un integrante de la Asamblea del Algarrobo, en Andalgalá,
Catamarca (por citar sólo un ejemplo conocido por las interferencias que sufrió
su señal en febrero de este año), que no puede operar la consola de sonido y
debe generar una relación de dependencia laboral con otra persona? No entender
que nuestros medios tienen lógicas diferentes a las de los medios comerciales y
aún a las de otros sin fines de lucro es no comprender nuestra singularidad.
Sin las voces que
se hacen oír desde sus propios medios porque los medios tradicionales no les
dan un lugar, la democratización será parcial. Y, según creemos, no existe la
democracia a medias: la pluralidad de voces y discursos es la única herramienta
para alcanzar ese objetivo. Sin la posibilidad de legalizar lo que ya es
legítimo, será imposible.
* Por la Red
Nacional de Medios Alternativos (RNMA).