Querido maestro, hermano y
amigo
Federico, que
estás para
siempre en los
brazos y el
corazón de
Dios, así como
en nuestros
propios
corazones y
almas, y desde
allí nos
sigues
acompañando y
guiando con tu
palabra de
pastor y
profeta.
Te queremos agradecer con
inmensa
alegría que
por gracia de
Dios tu enorme
testimonio de
fe y
compromiso
junto con los
de
otros testigos
sagrados del
Reino de Dios,
tus amigos y
compañeros en
el
seguimiento de
Jesús Jorge
Novak, Juan
van de Velde,
Jaime de
Nevares, Pedro
Manoukian, M Alice
Domon, José de
Luca, Oscar
Alajarin,
Mansur Azzam,
Guillermo
Frugoni Rey,
Carlos
Gattinoni,
Eduardo
Pimentel,
Mauricio
Lopez, Emilio
Monti, Jorge
Pascale,
Gabriel
Vaccaro, Pocha
Camin
Mario
Leonfanti, y tantas y
tantos otros y
otras, nos
haya
posibilitado
vivir ya la
Unidad a la
cuál Jesús
nos convocó a través de la lucha por la
Vida, la
Memoria, la
Verdad y la
Justicia en el
Movimiento
Ecuménico por
los
Derechos
Humanos. Por
eso en este
día, en que
celebramos tu
Vida y tu
Pascua,
no
puede haber
nada mas
importante y
nada que
corresponda
más que dar
gracias a Dios
y poner, como
lo
hiciste tú con
fidelidad
inmensa,
también
nosotras y
nosotros un
oído en el
Evangelio y
otro en el
corazón de
nuestro
pueblo.