Buenos
Aires, Mayo 21 de 2012
Comunicado Prensa Junta Int.ATE
AGROTOXICOS = ENFERMEDAD Y MUERTE
Desde la Junta
Interna de ATE del Hospital de Pediatría Garrahan denunciamos una vez más
que tal y como lo venimos difundiendo, el
modelo agroindustrial imperante en el país desde hace más de una década, en
base a monocultivos, transgénicos y uso de agrotóxicos: intoxica, enferma y
mata.
Así lo ratifica
la muerte de dos niños de la misma ciudad –Lavalle- Corrientes, en apenas un
año, uno de los cuales falleció hace apenas una semana en nuestro hospital y,
si bien aún resta confirmar el origen de la toxicidad, las circunstancias, el
lugar y los antecedentes indicarían, sin lugar a dudas que la causa del
envenenamiento fueron los agrotóxicos utilizados en la horticultura.
Desde ATE,
venimos desarrollando actividades de apoyo y difusión a la Red de Médicos de
Pueblos Fumigados y a las Madres de B° Ituzaingó, a través de charlas que
reflejan esta grave situación a través de los dichos de sus víctimas y de
trabajos científicos que lo fundamentan de manera sobrada y que
consideramos alcanzan para aplicar el principio precautorio que prohíba el uso
de estas sustancias.
Porque la
Salud no es una mercancía y debe prevalecer sobre cualquier otro valor…
Porque
los venenos son venenos, enferman y matan…
Convocamos
a los trabajadores de la salud a comprometerse y movilizarse al respecto.
Exigimos
a las autoridades que en lo inmediato se tomen medidas para resguardar la salud
de la población, que como siempre es la más humilde, que está siendo agredida
desde hace años y afectada de manera aguda y crónica.
¡PAREN DE FUMIGAR-PAREN DE ENFERMAR- PAREN DE MATAR!
Junta Interna ATE
Hospital de Pediatría
Juan P.Garrahan.
*Transcribimos a continuación la nota de una
compañera del hospital:
DOS NIÑOS MUERTOS POR AGROTOXICOS EN UN AÑO
¿CUANTOS MUERTOS MÁS DEBEREMOS CONTAR?
Esto en verdad es
algo que nunca hubiera deseado escribir. Me lleva a hacerlo el dolor y la
impotencia que desde hace unos días siento tras conocer un dato, frío, como
todos los datos o las estadísticas:
El sábado pasado,
tras permanecer varios días internados en grave estado, falleció otro niño,
oriundo de la ciudad de Lavalle, Corrientes, intoxicado por agrotóxicos.
En junio del
2011, me encontraba participando de un Encuentro de Pueblos Fumigados en Carlos
Pellegrini, Corrientes y allí supe de la muerte de Nicolás y también de lo
grave que estaba Celeste, trasladada a Buenos Aires y en lista de trasplante
hepático, que finalmente no necesitó.
Allí, la mamá de
Nicolás me contó que vivían frente a una tomatera que siempre “tiraban
venenos”, que en esos día habían tirado y que las zapatillas de los chicos
tenían incluso pegado barro que se había hecho al mezclarse con el agua que
venía de la tomatera. Contó que Nicolás lamentablemente no corrió la misma
suerte de Celeste, él ni siquiera pudo llegar a ser trasladado a un centro de
mayor complejidad.
Los familiares de
Celeste allí presentes, me encomendaron que a mi regreso a capital contactara
con la madre de la niña. En los pocos encuentros que tuve –ya Celeste estaba
mejor- relató nuevamente el miedo que tenían de regresar a ese lugar, ya que
sabían que la vida de ellos y sobre todo la de sus hijos corrían serios riesgos
a causa de la amenaza de envenenamiento constante que significaba vivir allí,
por las permanentes fumigaciones en las tomateras.
A sabiendas de la
gravedad de las consecuencias que las fumigaciones están provocando en la
salud de la población afectada, es que participé de encuentros escuchando
testimonios de pobladores y profesionales afectados; escribí notas a
autoridades hospitalarias alertando sobre el tema y solicitando ayuda; difundí
informaciones y participé en la organización de charlas-ateneos dentro de
instituciones de Salud, tres en menos de un año.
Evidentemente
pareciera que nada de esto, que muchos otros ya vienen tenazmente realizando y
denunciando también desde hace años, hace que las autoridades
correspondientes tomen cartas en el asunto, de lo contrario estas cosas no
deberían seguir ocurriendo con descarada impunidad.
Ante tanta
impotencia y dolor que, aún no me invalidan a perseverar en el tema, algunas
preguntas y reflexiones pugnan por salir de mi cabeza.
No es esta la
ocasión de citas pero, hay informes científicos más que suficientes que indican
que las sustancias que se están utilizando en la agricultura en los últimos
años son más que dañinos para el suelo, el agua, los animales y las personas…es
decir, más claro: son VENENOS incluso algunos fueron utilizados como armas de
guerra y ahora son derramados a millones de litros sobre poblaciones
indefensas.
Los niños de
Corrientes tal vez hayan “cometido el delito” de llevarse tierra o alguna
planta del lugar -donde viven, aman y se saben parte- a la boca.
Cualquiera de nosotros o nuestros hijos, sobrinos o nietos lo hemos hecho
alguna vez, pero es evidente que a ellos desde hace unos años, esto
les está representando la diferencia entre la vida y la muerte.
Unos días
antes de descomponerse el nene que falleció el sábado, los “marcadores
biológicos”, según cuentan, indicaron claramente que ahí estaba pasando algo:
cayeron fulminados el perro, los chanchos y otros animales del lugar, “ninguno
se agusanó” cuentan asombrados. Vaya detalles no?
¿Quién y desde
cuándo han dictaminado que jugar con la naturaleza sea una inapelable sentencia
de muerte?
Imaginemos por un
momento que en lugar de haber sido por agrotóxicos, hubieran sido dos muertes
en un año, en una ciudad de 5000 hab. (como aproximadamente tiene Lavalle) por
inseguridad por ejemplo, por secuestros u otra causa ¿Cuál habría sido nuestra
reacción como sociedad?...
¿Y la reacción de
los medios…corporativos o no? Si la causa hubiera sido otra, si además
los chicos hubieran sido de otro medio social…¿Cuál habría sido la atención,
las páginas y el tiempo dedicado por la prensa?...
Sin duda
hubieran estado haciendo largas y firmes guardias periodísticas esperando “el
último parte médico” que informara como sigue todo…estarían esperando
resultados de análisis…de autopsia…etc.
En definitiva,
estarían haciendo sentir a la sociedad que la persona que está peleando por
sobrevivir, si se muere, se nos muere un poco a todos no??
¿Por qué
en este caso no pasa lo mismo? Me pregunto: ¿la muerte de estos dos nenes
no nos debe doler a todos?
Eran dos
nenes sanos, nunca nadie debía haberlos intoxicado, tampoco fue un descuido de
la madre…
Y, a los equipos
de salud: ¿Qué responsabilidad nos cabe en salir a denunciar estas cosas que
vemos están pasando? ¿Es ético seguir mirando para otro lado cuando están
envenenando a las personas impunemente?
Y estamos
hablando acá solo de las intoxicaciones agudas, ¿qué pasa además con las
consecuencias crónicas en el medio ambiente y en las personas? ¿Qué pasa desde
el punto de vista de la salud, con el aire que respiramos, con el agua que
tomamos, con los alimentos que ingerimos?..
Esos tomates de
Lavalle seguramente estarán en nuestra mesa mañana?...Que la población esté
ingiriendo a diario pequeñas dosis de tóxicos que se irán acumulando
progresivamente, no es un problema de salud?
Y, en caso de
haber recibido un trasplante hepático, ¿no deberíamos cuestionarnos si es un
éxito para la ciencia o los equipos de salud intervinientes, realizar un
trasplante con todo lo que ello significa, en un nene que nunca debía haberlo necesitado, de no ser porque
se está permitiendo envenenar a las personas?
Y: ¿A quién
vamos a comunicar los resultados de los análisis, al SENASA? institución que
permite que estos venenos sigan siendo utilizados? Qué esperamos que nos van a
decir? No debemos pensar en hacer algo más?
Y al Ministerio
de Educación? No le preocupa que “sus alumnos y maestros” estén siendo
fumigados mientras están tomando clases o en los patios de las escuelas?
Tampoco lo saben?
Y que se están
enfermando y muriendo como consecuencia de ello?
Algunas cosas,
pocas, tengo claras entre tanta impotencia y dolor que aturde.
Esto no
se arregla “alejando” las fumigaciones. Los venenos son venenos y enferman y
matan, más rápido o más lentamente, sea por aire, por tierra, a 800 o a mil
metros: creo que no hay lugar a discusión: NO SE DEBEN USAR.
Lo más fácil es
cargar sobre responsabilidades individuales –que las hay por supuesto y deben
pagar- pero pienso que hay otras que son más grandes y siempre terminan
eludiéndose y son las que corresponden a las autoridades que deben tomar
medidas urgentes, prohibiendo usos y protegiendo a las víctimas que son presa
fáciles de esta situación, por ser los más humildes y con sus necesidades
totalmente insatisfechas.
Protegerlos
significa no dejar que nadie tome represalia con ellos y ofrecerles otro medio
de subsistencia que no sea a costa de su salud o la de sus familiares por
ejemplo.
Pienso
que la solución no es fácil, pero es una decisión política, no hay otro modo de
cambiarlo y debe priorizar la Salud a la rentabilidad indefectiblemente, aunque tristemente uno observa
que todo va camino a seguir profundizándose, pero en sentido contrario.
Mientras,
seguiremos insistiendo en que los agrotóxicos enferman…envenenan y matan,
pero sin dejar de denunciar también que de todo eso hay responsables, hay
homicidas y hay cómplices que callan y otorgan mientras se llenan de dinero.
Sin duda hay que
subvertir los valores ya que, de seguir así, seguiremos contando los enfermos y
muertos que por supuesto siempre los ponemos nosotros, los de este lado
de la vereda.
Mercedes Mendez/Mechi
Enfermera del Hospital
Garrahan