Después del freno a la investigación sobre el franquismo que implicó en España el caso Garzón, una avalancha de querellas llega a la Argentina en busca de justicia universal. Los casos y los testimonios de una demanda inédita en el país.
La condena al juez Baltazar Garzón,
en la que se determinó la imposibilidad de que España investigue los múltiples
y masivos crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura fascista,
movilizó lo que se atisba como el inicio de una megacausa en Argentina. Cientos
de familiares y víctimas del régimen preparan sus testimonios para incorporarse
a la querella argentina 4591/10, interpuesta a través de los principios
constitucionales de la justicia universal. En los próximos días, según fue
anunciado en exclusiva a Página/12, se presentarán 55 nuevas demandas, que se
detallarán hoy a las 18 en una reunión convocada con organismos de derechos
humanos y familiares, en la Asociación de Abogados de Buenos Aires.
Entre las causas que se sumarán de forma más
inmediata se encuentran la del pueblo de Pajares de Adaja, provincia de Avila,
donde en 1936 se cometió el asesinato de nueve hombres y una mujer republicanos
con el fin de aterrorizar a la población con la llegada del régimen. También se
agregan unas 40 demandas de ex presos políticos, en su mayoría torturados e
interrogados por su afiliación sindical o partidaria en la década del `70. En
tanto, el equipo de abogados conformado por David Baigún, Ricardo Daniel Huñis,
Máximo Castex, Beinuz Smuckler, Carlos Mariano Zamorano, Héctor Luis
Trajtemberg, Ana Messuti y Carlos Slepoy trabaja en otros potenciales
querellantes. Sólo de personas privadas de su libertad ya hay alrededor de 350
aspirantes.
Los letrados definen que la catarata de demandas
es producto del efecto Garzón, pionero en justicia universal que investigó las
dictaduras chilena y argentina, y que fue condenado en febrero último a once
años de inhabilitación por su actuación en el caso Gürtel. En esa ocasión, el
Tribunal Supremo lo absolvió por haberse declarado competente para investigar
uno de los mayores genocidios del siglo XX, pero envió un impactante mensaje a
la sociedad: Garzón interpretó de forma “errónea” las leyes, porque la
legislación española no permite juzgar esos crímenes y, aunque así no fuera,
“sólo es posible una investigación cuando existe una persona física que
investigar”.
Sin embargo, España vive un proceso de
recuperación de la memoria que se fue expandiendo y aún lo hace por todo el
país. En 2008, cuando el magistrado emitió el auto en el que asumía su
autoridad para investigar los crímenes del franquismo, dos números recorrieron
el mundo. Garzón informó que existen 114 mil desapariciones forzadas y 30 mil
niños secuestrados y posiblemente apropiados sólo entre 1936 y 1952.
“Fue un impacto social tremendo”, asegura el
abogado Carlos Slepoy. “Cuando iban las abuelas como Estela de Carlotto,
‘Chicha’ Mariani, Elsa Pavon o Cecilia Viñas, y denunciaban la existencia de
500 niños apropiados en Argentina, a los españoles les parecía algo
inconcebible. Y de pronto era una realidad propia que había permanecido
silenciada. Eso va generando una movilización creciente.”
–¿Cómo nacen los movimientos de
recuperación de la memoria en España? –preguntó a Slepoy.
–El proceso de la memoria en España es
interrumpido en el momento en que se firma la Ley de Amnistía de 1977 hasta que
a principios de 2000 surge todo un movimiento que llevan fundamentalmente los
nietos de los represaliados en busca de sus restos. Estaba naciendo la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuyo
presidente, Emilio Silva, estuvo pegado a nosotros cuando, entre el ’96 y
el’97, se habían abierto las investigaciones de Garzón en relación con los
crímenes de la dictadura argentina. Los familiares de víctimas o las víctimas
comenzaron a preguntarse: “¿Por qué se investigan desde España los crímenes de
esta dictadura y no los del franquismo?”
–Es decir que no había, como pasó en
Argentina, una resistencia permanente, como la de las Madres y Abuelas de Plaza
de Mayo.
–No, en España se empezó a formar un movimiento
que estaba absolutamente insospechado, parecía que todo estaba ‘atado y bien
atado’ –como decía el dictador Francisco Franco–, que todo esto estaba olvidado
y perdonado. Resurgió de repente, demostrando que en las entrañas de la
sociedad española hay un profundo descontento y deseo de que se haga justicia.
Lo de Garzón responde a ese movimiento, y lo potencia. No me cabe la menor duda
de que tanto la suspensión de su investigación, como la decisión de juzgarlo
por diversos crímenes, son intentos de contener al movimiento.
–¿Eso es posible?
–Para nada. La gente buscará e irá encontrando
los mecanismos para agrietar de otra forma la impunidad tremenda que hay, y en
este momento la querella argentina aparece como la única alternativa efectiva
de que dicten medidas que tengan que ver con la consecución penal, sin
perjuicio de que hay interpuestas denuncias ante el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos. Sin dudas, la gente tiene muy incorporado que, así como para
los argentinos los juicios en Europa por los derechos humanos fueron un
estímulo enorme, esta causa significa abrir una grieta en la impunidad.
–Y para los argentinos, es una forma de
devolver el favor.
–Sí, ése es uno de los factores que hacen que la
causa prospere aquí y no en otra parte, además de que Argentina tiene la
legitimidad para hacerlo porque ha incorporado el principio de justicia universal
en su Constitución y por el hecho de que se están realizando juicios en todo el
país. Cuando presentamos la querella, se hizo un acto el 14 de abril de 2010
que fue realmente impresionante. Todos los organismos de derechos humanos
estaban ahí presentes, apoyando calurosamente esto y sentían que efectivamente
tenía un aspecto devolutivo... En realidad, creo que la demanda surge un poco
de eso. La periodista Laura Vales de me hizo por marzo de ese año un reportaje
sobre genocidio en el que le comenté al paso que sería interesante que
Argentina le devolviera el favor a los españoles. Ese fue el título de la nota
que salió un domingo. Y no bien me levanto, me llama un abogado, diciendo que
hace rato que quería hacer algo así. En una semana, el equipo de trabajo tenía
redactada la querella.
–¿Qué pasa con el tiempo? En materia penal no
se puede investigar si no hay un responsable y el Supremo alega que ya pasaron
demasiados años.
–Ese es un argumento más para perpetuar la
impunidad. Dicen que todos están muertos, tanto víctimas como victimarios. Y es
falso, porque la violación masiva y sistemática de los derechos humanos se
produjo durante toda la dictadura, incluso después de la muerte de Franco
(1975). Por eso nosotros hemos pedido a la jueza (federal María Romilda)
Servini de Cubría que investigue hasta el 15 de junio de 1977, cuando se
hicieron las primeras elecciones democráticas. España tuvo 40 años de dictadura
y 35 de impunidad, pero todavía son relativamente jóvenes muchos de ellos, y
tienen por lo menos 20 años más de vida como media.
–¿Por ejemplo?
–Hoy sigue vivo González Pacheco, conocido como
“Billy, el niño”. Todos los testimonios de los integrantes de la Asociación La
Comuna de presos y represaliados por el franquismo, que se sumarán a nuestra
querella, lo señalan como uno de sus torturadores. Esa agrupación se constituye
hace alrededor de un año. Muchos habían presentado sus demandas en la causa de
Garzón, pero con la inhabilitación del juez, realizaron una asamblea, donde
alrededor de 400 ex presos políticos se plantearon hacerse parte de esta causa.
Para cuando me fui de España, hace dos semanas, teníamos otorgados unos 40
poderes. Y ya han elaborado una lista con los torturadores más conocidos,
personajes que han recibieron medallas y honores en democracia que ahora tienen
entre 65 y 70 años.
–¿Quiénes eran detenidos?
–Dependía de las distintas épocas. Hay un caso de
un condenado a diez años de prisión por decir en público ‘Me cago en Franco’.
Cuando el régimen se sentía muy acorralado era especialmente represivo. Por
eso, la última etapa del franquismo, cuando se evidenciaba que la dictadura
tenía los días contados, se pone a matar. Fusila gente, no oye el clamor
internacional ni nacional para evitarlo. Podía ser detenido cualquiera que
resistiera el régimen franquista, en todos los ámbitos: los estudiantes, los
sindicatos y por supuesto los partidos. No nos olvidemos de que hubo un golpe
militar que tuvo por objeto el exterminio absolutamente legalizado, a través de
proclamas y de decretos, en los que se planteaba que había extirpar el virus
marxista de la sociedad. Basados en la metodología nazi, se produjo una
limpieza con el objeto de crear una sociedad diferente sin ese supuesto tumor
que significaban las ideas republicanas, marxistas, socialistas, etcétera. Por
eso, nosotros hablamos de genocidio.
Informe: Rocío Magnani.