A las iglesias, congregaciones
e instituciones miembros del MEDH, a todas las iglesias y organizaciones
ecuménicas hermanas, a los organismos de derechos humanos fraternalmente
relacionados con el MEDH, a todas y todos quienes en esta semana nos han hecho
llegar su solidaridad, cercanía y apoyo, tanto de la Argentina como del
exterior en ocasión del atentado que sufriera la Regional Rosario
del MEDH.
Amigas y amigos, compañeras y compañeros:
Estamos profundamente agradecidos e impactados por la enorme cantidad de muestras de solidaridad, fraternidad y compañerismo que hemos recibido de distintas iglesias, organizaciones y personas de Argentina, de América Latina y de otras partes del mundo en ocasión del atentado que sufriera nuestra Regional de Rosario.
Amigas y amigos, compañeras y compañeros:
Estamos profundamente agradecidos e impactados por la enorme cantidad de muestras de solidaridad, fraternidad y compañerismo que hemos recibido de distintas iglesias, organizaciones y personas de Argentina, de América Latina y de otras partes del mundo en ocasión del atentado que sufriera nuestra Regional de Rosario.
Esa realidad no hace más que
demostrar y reafirmar una vez más que el camino recorrido en conjunto a lo
largo de estos 37 años no fue en vano.
A lo largo de este caminar y de
la lucha de nuestros pueblos fue afirmándose y haciéndose posible cada vez más
la realidad de un pueblo, de un continente y mundo nuevos, sobre la base de la
memoria, la verdad y la justicia, que juntas conforman la anhelada y anunciada “amplia alameda abierta, transitada ya por
mujeres y hombres libres”.
Para el crecimiento de esta
conciencia y realidad fue imprescindible la constancia, claridad, fidelidad a
nuestro pueblo y a nuestra fe, en las cuales la Regional del MEDH de Rosario y los miembros e
iglesias que la integran fueron siempre ejemplares. Queremos por ello
aprovechar este momento aciago para agradecer a cada una y cada uno de ellos su inquebrantable compromiso
con la lucha por la dignidad, liberación y soberanía de los niños, los ancianos
y la familia obrera toda de nuestro pueblo.
Nuestros pueblos latinoamericanos hoy están construyendo y transitando juntos - con el enorme esfuerzo que les exige enfrentar los poderes diabólicos del imperio que se niega a abandonar su presencia y prepotencia criminal - un camino que consolidará finalmente la dignidad, soberanía, liberación y un destino propio marcado por una verdadera democracia, basada en la libertad, la equidad y la fraternidad en mundo nuevo, posible e imprescindible.
Nuestros pueblos latinoamericanos hoy están construyendo y transitando juntos - con el enorme esfuerzo que les exige enfrentar los poderes diabólicos del imperio que se niega a abandonar su presencia y prepotencia criminal - un camino que consolidará finalmente la dignidad, soberanía, liberación y un destino propio marcado por una verdadera democracia, basada en la libertad, la equidad y la fraternidad en mundo nuevo, posible e imprescindible.
Actos terroristas como los de
Rosario, que pretenden detener nuestro caminar rememorando el terror de estado,
no nos intimidan como no nos intimidaron en el pasado, y no tienen otro efecto
que reafirmarnos aún más en nuestras luchas, e inflamar como un viento de
primavera nuestra esperanza y nuestra convicción de que el mundo y la vida
nueva que ya germinan y crecen, pertenecen a los más pobres de nuestros pueblos
- hoy todavía marginados y expoliados - que son los elegidos por Dios, aquel
que prometió “levantar del polvo a los pobres y oprimidos, y derribar de sus
tronos a los poderosos y sus imperios del terror” (Lucas 1:32)
Buenos Aires, 10 de octubre de 2013
Junta Pastoral Nacional y Equipo de la Oficina Nacional
del MEDH