Base
Aérea de Mount Pleasant y Estación Naval Mare Harbour
Por Centro de Estudios y Documentación sobre
Militarización (Cedomi / Mopassol)
Durante la reciente
Cumbre de jefes de Estado y cancilleres del ALBA que tuvo lugar en Caracas, el canciller
argentino Héctor Timerman señaló que el conflicto entre Argentina y Gran
Bretaña en torno a las Islas Malvinas “es presentado por Gran Bretaña como un
problema militar” porque“envía tropas y ha convertido a las Islas en una base
militar en el Atlántico Sur”.
Dicha base militar,
conocida como de Mount Pleasant, está ubicada a 60 kilómetros de
Puerto Argentino, y a 700 km
de la costa patagónica, ocupando la región más llana de la isla Soledad,
cercana al mar y apta para el desplazamiento de aviones y helicópteros.
Dado lo
considerable de su extensión, cuenta con una red de avenidas que comunica las
distintas instalaciones: cuarteles, hangares, campos de operaciones, la base
aérea y dos barrios, uno para los militares británicos y otro para los civiles,
un complejo con cines y bares, y el aeropuerto de las islas que también está
dentro de la base. En el complejo hay una estación naval de aguas profundas –llamada
Mare Harbour– que es frecuentada por la flota de la Royal Navy, usada para
patrullar el Atlántico Sur, con un equipamiento similar al que los efectivos
británicos tienen en Irak y Afganistán, y silos y rampas para el lanzamiento de
armas nucleares.
En ella operan de
modo permanente por lo menos 1.500 militares y 500 civiles británicos. Los contingentes
se renuevan periódicamente y algunos de los soldados allí instalados han
combatido en Medio Oriente y permanecen aquí seis semanas sometidos a un duro
entrenamiento.
Un dato que marca
el nivel de militarización alcanzado en las Islas se desprende del resultado de
los censos más recientes,los cuales indican que la población civil total (sin
incluir los 500 civiles que permanecen en la base) alcanza a 2.800 personas, lo
que demuestra que por cada civil habitante de la isla hay un efectivo militar.
Al igual que en la
mayoría de las instalaciones militares extranjeras construidas en América
Latina en el último período, la base posee dos amplias pistas, una de 2.590 y otra
de 1.525 metros,
aptas para el aterrizaje y despegue de aviones de gran porte, que habitualmente
se emplean para el transporte de tropas y equipos militares utilizados en
maniobras conjuntas o para la conexión con la red de bases militares de Estados
Unidos y la OTAN que se extienden por casi todo el mundo. El funcionamiento y
mantenimiento de la base demanda al Reino Unido alrededor de 150 millones de
dólares anuales. Un costo no demasiado alto si se tiene en cuenta el declarado objetivo
de “proveer seguridad en los territorios de ultramar en el Atlántico Sur” y un
negocio redondo para la Corona, teniendo en cuenta las enormes ganancias que
obtiene de la ilegal adjudicación de licencias de pesca y explotación de otros
recursos naturales de la zona.
La existencia de
la base militar, que data del año 1985, no puede explicarse sólo como consecuencia
de la guerra de 1982. En un contexto más amplio, la misma obedece a un plan
estratégico de dominación de EEUU sobre América Latina que fue recrudecido en
los años 80.
Expresión de dicho
plan es el Free Ocean Plan (Plan para el Océano Libre) , un documento aprobado
en 1980 por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos donde se explica
la importancia estratégica del Atlántico Sur y la necesidad de una acción
combinada de las flotas de EEUU y sus aliados de la OTAN para el control de los
espacios marítimos, señalando a Inglaterra como el principal de sus aliados,
justamente por su ocupación de los archipiélagos de Malvinas, Georgias y
Sandwich del Sur. Es por ello que el ex presidente Ronald Reagan (1981-1989) no dudó en apoyar a Inglaterra en la guerra de Malvinas
contra la Argentina, a pesar de que, en virtud del Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR), debía haberla defendido frente a una agresión
extra continental.
Un dato revelador
de la importancia económica y geopolítica de las Islas, consignado por el
diario El Malvinense del 23 de enero
de 2009, es que el 7% del presupuesto de la OTAN está destinado a las Malvinas.
En febrero de
2009, Mount Pleasant aparece dentro de un informe de la Unión Europea sobre
bases militares en sus territorios de ultramar. Dicho informe se emitió, a
pedido del parlamento europeo, y se tituló “El estatus y la locación de las instalaciones
militares de los Estados Miembros de la Unión Europea y su potencial rol para
la política de seguridad y defensa europeas”. Allí, la base de Malvinas se
presenta como elemento importante de la estrategia europea, tanto como centro
de operaciones para proteger la soberanía del territorio de ultramar en que se
ubica, como para proyectar poder sobre la región.
Frente a ese
documento hubo un reclamo público de la cancillería Argentina y, además, en la
Cámara de Diputados de la Nación se presentó un Proyecto de Declaración
(1689-D-2009) en el que se expresa preocupación por el Informe, señalando que
la concepción que se refleja de Malvinas en el mismo “violentaría doblemente el
principio de soberanía e integridad territorial reconocido por las Naciones
Unidas (Resolución 1514): por un lado, se perpetúa la ocupación colonial británica,
por otro se agregaría una instancia de control / influencia / proyección, por
parte de un bloque político supranacional (Unión Europea) integrado a su vez
por el Reino Unido”.
Las bases e
instalaciones militares extranjeras instaladas a lo largo y ancho de América
Latina y el Caribe constituyen sin lugar a dudas un peligro para la paz en la
región y una clara muestra de la vigencia de las políticas imperialistas.
La Fortaleza
Malvinas presupone aún mayores peligros con la reactivación, en el año 2008, de
la IV Flota de guerra de Estados Unidos; hecho que es absolutamente contrario a
la Resolución de las Naciones Unidas que exige convertir el Atlántico Sur en
océano de paz y cooperación.
No es ninguna
novedad señalar que cuando se encienden las luces rojas en los principales
centros económicos del capitalismo, se encienden las luces verdes de la
militarización imperial.
Impulsar los
procesos de integración regional y de emancipación que están llevando adelante
los pueblos latinoamericanos resulta indispensable para enfrentar y derrotar la
militarización imperial.