Creemos necesario recuperar el diálogo y el trabajo
conjunto que históricamente pudimos realizar entre organismos de Derechos Humanos y movimientos
sociales, trabajo que desde hace unos seis años se ha perdido progresivamente
hasta el punto de no poder marchar juntas/os y realizar un acto único, en torno
a la conmemoración del 24 de Marzo como “Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia”.
En lugar de presentificar lo que han
significado y han determinado hasta el presente la instauración del Terrorismo de Estado y las
luchas de tantas/os militantes perseguidas/os, torturadas/os, muertas/os y
desaparecidas/os, nos hemos preocupado por defender o atacar a un determinado
tipo de gobierno. ¿Esa es nuestra misión?
En todo caso, lo que nuestras luchas de años
han conseguido es que se conozca, se juzgue y se sancione a este proceso
genocida y a sus autores-gestores, de manera que nunca más se vuelvan a repetir
tales crímenes de lesa humanidad en contra de las organizaciones populares y
sus militantes, acciones que se realizaron bajo un proyecto estratégico
cívico-militar con el fin de encadenar al país en todos los órdenes,
disciplinar a los movimientos sociales y tener bajo el terror, el sufrimiento y
el control social a la mayoría de la población en beneficio de las élites
económicas, políticas, sociales y culturales que han sostenido históricamente nuestra
dependencia como Nación.
Nos preguntamos si no estamos perdiendo el
rumbo en este sentido, porque nos hemos anclado demasiado en el pasado y hemos
dejado de atender a las dinámicas económico-políticas del presente. Por ello
nos importa abordar la/s situación/es actual/es desde la óptica ampliada que
nos ha abierto la comprensión-juzgamiento de lo que fuera aquella movida de la
Trilateral en América Latina y de aquellos grupos de poder locales que
participaron de tal proceso, con la nefastas consecuencias de dominación y
opresión vividas por nuestro Pueblo.
Por eso todas/os nosotras/os venimos
luchando para hacer posible el sueño de nuestras/os hijas/os, familiares, amigas/os
y compañeras/os de liberarnos hacia una sociedad “otra”, basada en la justicia
y en las oportunidades para todas/os. En tal perspectiva, hemos demostrado
tener capacidad para accionar y protagonizar luchas concretas en contra de este
violento sistema-mundo, plagado de tantas inhumanidades y de múltiples deterioros
producidos al medioambiente, lo cual ha evidenciado una capacidad real de
construir unidad en el marco de la solidaridad integral con las víctimas de
este sistema.
Sin embargo, tal capacidad se ha disgregado
paso a paso, debido a que determinados gobiernos (ya sean nacionales,
provinciales o municipales) han sido interpretados como los protagonistas
principales de toda dinámica socio-política, corriendo el eje de nuestro
trabajo cotidiano a tomar posicionamientos en favor o en contra de determinadas
administraciones políticas y aparatos partidarios.
Así, nos hemos distanciado y dividido por
defender e interpretar lo que hace o deja de hacer un gobierno. Ciertamente
necesitamos que las gestiones políticas asuman y universalicen nuestras banderas
(y las de otros movimientos sociales), con la concreción de proyectos económicos,
políticos, sociales y culturales que estén orientados al acrecentamiento de la
dignidad humana y al goce de los Derechos Humanos en su integralidad, en calidad
de camino hacia una humanidad más igualitaria. Pero ciertamente, en ese andar
no lograremos, si somos oficialistas, observar y escuchar quejas o críticas
provenientes de distintos sectores de la sociedad civil, o si somos de la
oposición, no podremos alegrarnos por
todas aquellas conquistas (sociales y políticas) que implicaron mayor justicia
para todas/os y por las que venimos trabajando hasta el día de hoy desde
distintos lugares.
Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿estamos
perdiendo la identidad y las motivaciones como Movimiento Social de Derechos
Humanos, para asumirnos desde una perspectiva partidaria, como si esta fuera la
única ruta para la transformación?
Tal vez el interrogante que atraviesa esta
realidad, es si no hemos podido plantear con profundidad las grandes cuestiones
que hoy nos reclaman diariamente: ajuste
e inflación, desatención al delito organizado, uso y muerte de niñas/os, adolescentes
en situación de exclusión e inseguridad de víctimas-victimarias/os-vecinas/os,
luchas de Pueblos Originarios y desatención a sus reclamos (con las correspondientes
muertes de líderes Qom, como se han dado hasta el momento), transnacionales, modelo
económico neo-extractivista, consumismo, crisis climática y energética,
sojización, minería a cielo abierto, explotación petrolera por fracking,
corrupciones-impunidades y justicia inoperante, desprestigio de luchas
sociales, patotas y barras bravas destinadas a la tercerización de la
represión, criminalización de las/os luchadoras/es sociales y de la protesta…
De esta manera, pensamos que es importante
el operar partidariamente en cuanto camino para establecer políticas de Estado,
pero lo que distingue a los movimientos sociales (y entre ellos, al Movimiento
de Derechos Humanos) son sus objetivos ético-políticos, en razón de que nos
hemos propuesto históricamente visibilizar, denunciar y luchar contra la
inhumanidad de este sistema-mundo, en sus múltiples dimensiones (económica,
política, social y cultural) para marchar hacia otro sistema de rostro humano,
que presione y posibilite la emergencia de un nuevo Estado Social de Derecho (cuyo
encuadre sea ciertamente el Derecho Alternativo, como paradigma superador del
Derecho Burgués hoy existente), siempre en revisión hacia un vivir-convivir
pleno y grato en el marco de un medio ambiente potenciado.
Por eso importa el mantenernos unidas/os,
pues nos conocemos desde hace años, militando en un movimiento popular cuya
consigna principal es construir una humanidad otra, que dé lugar, oportunidades
y seguridad a todas/as nuestras/as conciudadanas/os, sin desigualdades, sin discriminaciones
y sin exclusiones. Ese es precisamente nuestro anhelo y nuestro horizonte,
orientado a edificar un mundo nuevo donde la solidaridad y la justicia sean una
realidad viva para nuestro Pueblo, en el ejercicio de la memoria y en la
transformación del presente, como signo de que el futuro de Dios ya está entre
nosotras/os.
Sean nuestros deseos de paz y bien, para
todas/os nuestras/os compañeros/as y hermanos/as, en el espíritu de este
antiguo lema: “Desde el Evangelio por la Vida”.
Rosario, 23 de Marzo de 2014
30.000 compañeros desaparecidos: ¡Presentes, ahora y siempre!