Por Alan Ulacia, desde Jujuy.
El pasado 26 de julio se realizó en Jujuy la marcha por el Apagón de Ledesma.
Asistieron organismos de derechos humanos y movimientos sociales. Blaquier este
año, por primera vez, está obligado a declarar ante la justicia.
En Calilegua el bagazo de la caña de azúcar aún
flota en el aire y hace picar los ojos, así como los cuerpos succionados por el
terror cívico-militar en julio de 1977, aún adquieren la forma del recuerdo y
el homenaje. Pero también hay conflicto, pues los medios y habitantes locales
miran de reojo la marcha, la conmemoración de La Noche del Apagón y el
“progresismo golondrina” que pulula por sus calles: tienen miedo y es
comprensible. Porque si Blaquier cae preso, y si en consecuencia cierra el
Ingenio Ledesma, se quedan sin trabajo, el paraje se convierte en un pueblo
fantasma, dicen, auguran.
De todos modos, más allá de la mirada estupefacta
y desconfiada de los parroquianos, la vanguardia de la marcha la componen
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, familiares de Olga Aredes y el
intendente desaparecido Luis Aredes, el premio Nobel dela Paz AdolfoPérez
Esquivel; los diputados por Nuevo Encuentro Martín Sabatella, Juan Carlos Junio
y Carlos Raimundi, también posan para la foto. Siguen diferentes fracciones de
HIJOS, secundada por los sindicatos, pintados de verde y de violeta, ATE y CTA.
Pero el cuerpo de la movilización, varios metros atrás de la “vanguardia
blanca”, cuenta con la cuasi-castrense Tupac Amaru de Milagro Sala, Kolina de Alicia
Kirchner, algunas banderas deLa Cámpora, y por último en la retaguardia,
aparecen sectores de izquierda como el Partido Comunista Revolucionario
(PCR),la Corriente Clasistay Combativa (C.C.C), Frente Norte yla Conadu
Histórica.En total, 40 o 50 son los miles de manifestantes que los siempre
mistificantes cálculos estiman.
A las 15.30 horas la marcha parte de Calilegua
hasta Libertador General San Martín, el clima invernal en el Chaco es
primaveral, según, claro está, la vara porteña. El itinerario son cuatro
kilómetros porla Ruta Nacional34, flanqueada por caña de azúcar y un etéreo
horizonte de montañas y bruma, y un kilómetro hastala Plaza SanMartín, donde el
acto y el escenario aguarda. Y mientras la marcha avanza, al son de “La noche
del Apagón... se los llevaron en un furgón...” o del “como a los nazis, les va
a pasar...”, dos o tres hombres con brochas se adelantan y estampan en el
asfalto textualidades de repudio y anhelo: “LedeSSma mata”, “Cárcel cómún,
perpetua y efectiva”, “Juicio y Castigo”, “Verdad Memoria y Justicia”. Las
señales de tránsito también han sido profanadas por el stencil y la pintura.
Blaquier y su empresa son el blanco de las intervenciones gráfico-orales. El
logotipo de Ledesma, el famoso triángulo azul, aparece cubierto de alambre de
púas. También hay quienes portan barbijos que rezan “Ledesma mata, Ledesma
contamina”, son creíbles, porque la caña quemada aún envenena. Algunos
conductores despistados andan por ahí y deben hacerse a un lado, sorprendidos,
porque se sienten piqueteados. Detalle: a la altura de San Pedro un
(sospechoso) corte de remiseros impide el paso de cientos de concurrentes que
vienen desde Salta, entre ellos, el nuevo Secretario de Derechos Humanos dela
Nación JuanMartín Fresneda.
La movilización, a la entrada de Libertador
General San Martín, se topa con el apodado Parque dela Memoria, así como con
otra población cuya existencia está subsumida al destino del ingenio, de
Blaquier, pero a la vez, y es paradójico, dicha población le ofrece a sus
verdugos un arsenal de productos para el trayecto: cerveza, gaseosas, fruta,
empanadas, alfajores.
Son las cinco de la tarde, el calor ha
disminuido, ya no rebota en el asfalto. Los marchantes se alivian y se frenan
ante el monumento a los 31 secuestrados y desaparecidos de Calilegua (21) y
Lib. Gral. San Martín (10), gracias a una oscuridad empresarial cómplice de la
maquinaria del terror. Y al unísono y frente a la piedra memoriosa, se nombran
sus nombres.
A las 17.40 la vanguardia dobla en la calle
Belgrano y llega a Plaza San Martín, la retaguardia aún pisa la ruta, el medio
colapsa y presiona: por su tamaño la marcha se ha convertido en una serpiente
que se contorsiona y exuda colores, banderas, pirotecnia, consignas. 18.20,
asomado el ocaso, comienzan los oradores. El eje es la complicada situación de
Blaquier, sigue el triste pero ígneo espectro de Olga Aredes. Pero el acorde
más interesante y contrera lo toca Pérez Esquivel, con una batería de
declaraciones polémicas: “Los derechos humanos no se tratan sólo de campanear
la cabeza de los que han sufrido”, “he viajado mucho por el mundo, y el nuestro
es el único país que utiliza la justicia federal para juzgar a los genocidas, y
no juzgados ad-hoc”, “hablan de proyecto nacional y popular y yo hablo de la
entrega de tierras, las persecución de los hermanos originarios, los desmontes,
de megaminería... (en una escuela de Calilegua, casi 6 horas atrás, el Nóbel
dela Pazdice “no es nacional y popular la firma de un convenio con Monsanto por
parte la presidenta”). Para rematar con, en clara referencia al proyecto del
gobierno actual, “hay un monocultivo más peligroso que el de la soja, es el
monocultivo de las mentes...”.
Son las 19, la multitud se fragmenta, los
parlantes suenan pero ya nadie escucha, es de noche y comienza el caos de
la vuelta. En pocos días comienza el juicio. Pero en la Plaza San Martín ha
quedado en el aire la idea, como un bagazo de caña pero benigno, de que los
derechos humanos no deben ser un monótono y doloroso kiosco de la memoria,
tampoco exclusivamente el castigo a los criminales del pasado, sino en cambio
un profundo compromiso crítico para con el presente. Blaquier. Sí. Pero también
tomar nota de que no muy lejos de Ledesma, en el Chaco salteño, hoy la única
legalidad es la de John Deere y el Roundup.