“Obama es un emperador negro”
“Con pintura verde se maquilla a
un
sistema productivo”, dice Boff. |
Según Boff, el Hemisferio Sur demanda a los países centrales financiar la devastación causada por siglos de saqueo y advierte que el desarrollo sostenible del medio ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
Por Darío Pignotti
Desde
Río de Janeiro
El Norte y el Sur vuelven a
chocar en Río. Ese es el saldo de los primeros días de negociaciones
infructuosas entre los diplomáticos de más de 100 países que participan en la
cumbre Río+20 e intentan elaborar un documento único sobre qué hacer con el
planeta a la deriva. Hay dos tesis en pugna. La de implantar una “economía
verde” al gusto de Estados Unidos y Europa, que se desentienden del costo
ambiental causado durante más de un siglo de saquear florestas y mares, una
formulación rechazada por el Sur, que demanda a los países centrales financiar
la devastación causada y advierte que el desarrollo sostenible del medio
ambiente empieza por el combate a la pobreza y la desigualdad.
El religioso brasileño Leonardo
Boff lleva años reflexionando y elaborando ensayos sobre ecología desde una
perspectiva en la que retoma los fundamentos de la Teología de la Liberación.
Boff, uno de los intelectuales de referencia de parte de los miles de
militantes que ayer debatían bajo el sol primoroso de Río sobre cómo salvar el
planeta, dinamitó los fundamentos de la “economía verde” durante una entrevista
con Página/12. Para Boff es “frustrante” que la ONU convoque a la Conferencia
Río+20 para abordar a nivel mundial la idea de la economía verde. “Cuando hablamos
de economía verde estamos hablando del último asalto del capitalismo a la
naturaleza, al patrimonio de la humanidad”, señaló.
“Digo el último asalto porque el
primero fue la explotación convencional de los recursos naturales, deforestando
la Amazonia para que el agronegocio plante sus millones de hectáreas de soja o
para que se derriben los árboles impunemente, ahora entramos en una fase peor
que es convertir a la naturaleza en mercadería, se venden créditos de carbono,
se convierte a la vida en commodities, la vida no puede ir al mercado.”
El debate sobre la “economía
verde” es uno de los tres ejes escogidos por la ONU para la Conferencia sobre
Desarrollo Sostenible Río+20, como parte de su propuesta de reconfigurar el
aparato productivo mundial, apuntando hacia la reducción de combustibles
fósiles y las prácticas ecológicamente sustentables de las multinacionales.
El economista indio Pavan
Sukhdev, del Deutsche Bank, se encuentra en Río, donde ha reivindicado que la
“economía verde engloba cuatro temas: bienestar, equidad social, riesgos
ambientales y escasez ecológica”.
Para Boff ese tipo de argumentos
está cargado de una retórica que “en el fondo solo buscan maximizar el lucro de
las empresas...no es más que pintura verde, se quiere maquillar a un sistema
productivo que desde la Eco ’92, hace 20 años, ha causado más degradación de la
tierra y profundizado la brecha entre ricos y pobres”.
La suerte de la reunión
ambientalista más importante del año se resolverá entre el jueves y viernes
próximos cuando la presidenta Dilma Rousseff será la anfitriona de los
mandatarios que desembarcarán en el predio ferial Riocentro, situado en Barra
da Tijuca, uno de los barrios más caros de esta ciudad que se prepara para
recibir el Mundial de Fútbol y las Olimpíadas.
En los primeros días de cabildeos
en Riocentro uno de los temas dominantes fue la presencia de Barack Obama en la
cumbre, dado que la Casa Blanca insinuó durante dos meses que no vendrá pero
aún falta una confirmación oficial. “Obama dice que no viene por asuntos
internos, por las elecciones donde busca ser reelegido, pero él no vendría en
realidad porque se comporta como un emperador, es una especie de emperador
negro que sólo se interesa por lo que ocurre en su imperio”, embiste Leonardo
Boff.
“Si él (Obama) percibiera que la
degradación de la Amazonia afecta directamente el clima en California claro que
vendría a Río+20, o le ordenaría a Brasil lo que debe hacer sin sutilezas, o en
última instancia mandaría ocuparla, siguiendo la ideología estadounidense que
les hace pensar que son los guías de la humanidad.”
Para Boff, los países
desarrollados se comportan con “mezquindad” ante la “degradación” del medio
ambiente y no advierten que la tierra “puede estar caminando hacia una
catástrofe” ecológica en la que “nadie saldrá indemne”. Una de sus
preocupaciones centrales es el destino de la Amazonia, la mayor floresta
tropical del mundo, objeto de la devastación del agronegocio brasileño. “No
creo que Brasil pueda sentirse muy orgulloso de la situación que sufre desde
hace décadas y hasta la actualidad; la Amazonia, aquello es el Far West, el
Estado no está para aplicar la ley contra los que la deforestan y para proteger
a los que quieren cuidarla”, dice el teólogo ecologista.
“Amazonia es una tierra sin ley,
donde los terratenientes mandan a matar a los peones y a los miembros de
organizaciones campesinas que defienden la producción en armonía con el medio
ambiente, desde que fue asesinada la hermana (estadounidense) Dorothy Stang en
2005, nada cambió, se sigue asesinando”, machaca el ex sacerdote.
Ayer Río se mostraba como una
ciudad partida. En el oeste carioca continuaban las actividades oficiales y los
encuentros discretos entre diplomáticos dentro de la cumbre oficial Río+20,
mientras en el Aterro do Flamengo, en el sur de la ciudad, la Cumbre de los
Pueblos, convocada por el Foro Social Mundial, debatía fórmulas para enfrentar
el capitalismo y hacerlo sin dañar el medio ambiente. En esa Babel alterglobal
se mezclaban universitarios de Argentina, Francia y España, comunidades
afrodescendientes de Brasil, indígenas colombianos y peruanos, y grupos
defensores de los derechos humanos que, en un acto con la Madre de Plaza de
Mayo Nora Cortiñas, prometieron realizar un escrache a un represor esta semana.
Boff ve sin interés lo que pueda
ocurrir en la cumbre oficial y se esperanza con la Cumbre de los Pueblos. “No
podemos esperar mucho de lo que surja en los debates de los líderes mundiales
en Río+20, necesitamos un nuevo relato que en lugar de buscar optimizar el
lucro de la economía verde parta de la vida y de la tierra, que venga de abajo,
de la agricultura familiar, de las comunidades indígenas, de la discusión de la
sociedad.”