Como cierre a la Cumbre
Nacional de Pueblos y organizaciones Indígenas, pueblos aborígenes y diversas
agrupaciones defensoras de derechos humanos, convocaron una vigilia en Plaza de
Mayo para exigir el reconocimiento de sus derechos. “Nosotros no queremos ser
gobernadores, no queremos gobernar la nación: queremos gobernar nuestros
territorios”, así resumió el objeto de la lucha la guía espiritual del pueblo
Huarpe. Informe, imágenes y video: ANRed.
Flameaban las banderas multicolores en la Plaza
de Mayo. Su movimiento incesante y eléctrico denotaban la energía del viento:
esa fuerza ancestral que mandaba la pacha. El sol comenzaba a apagarse sobre el
regazo de ésta cuando representantes de pueblos aborígenes llegaban para
reunirse alrededor de la histórica pirámide.
Horas antes, habían presentado al Poder Ejecutivo
Nacional las conclusiones de la cumbre, y la solicitud para una audiencia con
la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Entre los reclamos que desean
plantear los pueblos se destacan la reforma judicial de propiedad comunitaria
indígena, la malversación de fondos destinados al Programa de Relevamiento
Territorial (Ley 26160) y los hechos repudiables de violencia sufridos por los
integrantes de diversas étnias. El gobierno nacional cuenta con un plazo de 20
días para emitir una respuesta.
Una de las primeras en llegar fue Nora Cortiñas,
representante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, quien se acercó a
apoyar la causa. Con su pañuelo blanco cubriéndole la cabeza, desfilaba entre
los presentes saludando con un beso a cada uno que se le acercaba.
Asustaba verla tan pequeña entre los micrófonos y
cámaras fotográficas que la apuntaban fijamente desde la ronda que la había
encerrado.
Todos querían preservar las palabras de esta
luchadora de los derechos humanos. Ante la pregunta sobre la esperanza de
obtener una reunión con el gobierno nacional, Cortiñas contestó: “yo no sé qué
piensa la presidenta. Quiero que lo veamos hoy sobre los hechos. Que abra la
puerta de la casa de gobierno para recibirnos”.
Las banderas seguían agitándose. Esta vez, detrás
de las nucas de los representantes de los diversos pueblos originarios que se
congregaban al lado de la Pirámide de Mayo para dar inicio a la vigilia.
El dirigente Qom, Félix Díaz, elegido como vocero
de la cumbre, no pudo presentarse a tiempo por inconvenientes con el
transporte. De modo que la primera en tomar la palabra fue Anta, guía
espiritual del pueblo Huarpe, quien declaró que “la cumbre es el trabajo de
cinco siglos. Es el trabajo de 200 años. Es el trabajo de nuestros mayores, es
la marcha de los pueblos indígenas en este punto del hemisferio Sur para
renacer”, por ello destacó el valor de la lucha como forma de reconstruir
nuevos caminos, sin olvidar los antiguos. También remarcó el respeto por la
tierra y agregó: “nuestras pertenencias son el territorio, son nuestra
cosmovisión y filosofías, nuestras culturas, nuestros sistemas de vida,
nuestros derechos preexistentes; y eso es lo que ha reflejado esta cumbre”. Y
cuando los gritos hacían que su voz se volviera más fuerte en aquella noche,
cerró su discurso con una frase que pareció clavarse en cada uno de los allí
presentes: “El etnocidio que ha ocurrido en este punto del territorio no ha
parado: y sin embargo, estamos de pie”.
A continuación, tomó la palabra Elías Mancipan,
representante del pueblo Mapuche. “Todavía hablan de futuro. Yo no se qué
futuro va a ser si está contaminada el agua, ahora quieren destruir de abajo la
madre tierra porque la minería a cielo abierto es el atropello de los
terratenientes, de los que dicen que son dueños. ¡Dueños no son!”.
Se encontraban apoyando la lucha los defensores
de derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel y Pablo Pimentel. Pérez Esquivel, al
referirse a los derechos de los pueblos originarios, aseguró que “todos los
hermanos que están hoy, que vienen de diferentes lugares de la nación, deben
ser respetados. No sólo por su territorio, sino también por si identidad, por
sus valores” porque “no se puede hablar y acotar los derechos humanos
únicamente del ’76 al ’83. Tenemos que ver los derechos humanos hoy. ¿Qué es lo
que está pasando con nuestros pueblos?”. Mientras que Pablo Pimentel cerró el
ciclo de exposiciones reclamando que “el gobierno arme una agenda con todos
aquellos temas que han quedado inconclusos a lo largo de la historia. Y uno de
esos temas, son los derechos de nuestros hermanos originarios”, entonces
“nosotros, como defensores de los derechos humanos, no vamos a permitir que se
avasalle ningún derechos más”.
La noche había llegado: las luces de la rosada
miraban desde la otra esquina de la plaza, detrás de un gran vallado. Mientras
tanto, las banderas multicolores seguían flameando.