“defensorías de los derechos de las mujeres del medh”
Consideramos que este Programa es de suma importancia para la vida y la misión de nuestras iglesias. Posibilita que las personas afectadas por situaciones de extrema gravedad se “pongan de pie”, participen del diseño y la puesta en práctica del mismo.
Ha significado y significa para muchas compañeras de los barrios un reencuentro con su propia dignidad, y un ejercicio de solidaridad –que es literalmente la diferencia entre la vida y la muerte- para con muchos chicos, chicas que atraviesan situaciones de extrema violencia y atropello.
Este proyecto lleva cinco años funcionando.
Sus orígenes:
Desde el año 1984 en adelante, el MEDH llevó a cabo un Programa de Defensorías, orientado principalmente a la defensa de los derechos de los chicos y chicas internados por orden judicial en institutos de menores.
Paralelamente implementó un segundo programa destinado a la atención de hombres y mujeres adultos en barrios pobres de la zona sur del Gran Buenos Aires. Financiaba el pago de los profesionales (trabajadoras sociales-psicólogas-abogadas) para la atención semanal de la población.
La gente formaba largas filas esperando ser atendida por las profesionales que los orientaban sobre trámites pertinentes a la defensa de los derechos vulnerados.
Una vez finalizado, las profesionales dejaron de asistir al barrio, quedando los pobladores desamparados nuevamente a la espera de que se renovara el servicio, o de que acudiera algún nuevo profesional a impartirles asesoramiento individual en las situaciones que se les presentaban.
En el año 2002, decidimos encarar el Programa de Defensorías de un modo diferente: pensamos que debíamos desarrollar una estrategia que permitiera a la gente de los barrios más pobres apropiarse de los conocimientos necesarios para hacer valer sus derechos y al mismo tiempo contar con un espacio propio, permanente, donde discutir sus problemas y al que pudieran, acudir en caso de necesitar asesoramiento, apoyo, etc.
Descripción del programa: su modo de funcionamiento
* Hoy el programa se sustenta con el trabajo no-profesional y voluntario de las mismas mujeres de los barrios.
Ellas se capacitan a través de talleres, –con el apoyo del MEDH- y luego se constituyen “Defensorías” en el ámbito de sus respectivas parroquias (evangélicas o católicas).
* Desde este espacio de las Defensorías:
§ Asesoran, contienen y atienden consultas de numerosísimas mujeres y jóvenes provenientes de los barrios donde funcionan y de otros barrios aledaños, en temas de violencia contra la mujer, los chicos y chicas, y de violencia institucional-policial.
§ Acompañan trámites en juzgados y comisarías, posibilitando que la mujer afectada cuente con el apoyo necesario, evitando su re-victimización.
§ Crean un grupo de sostén permanente para otras mujeres en situación de violencia, facilitándoles información para encausar sus denuncias, fortaleciéndolas para que puedan llevar a cabo sus reclamos y logren sostenerlos en el tiempo.
§ Habilitan un espacio donde las violencias de género, institucionales y social/económicas puedan ser discutidas, problematizadas, y denunciadas. Rompen con el silencio que en las iglesias y comunidades barriales paraliza, culpabiliza a las víctimas y encubre a los victimarios.
§ Crean una dinámica nueva en la interrelación con figuras de autoridad, planteando sus opiniones desde un lugar de igualdad y simetría (por ej. con sacerdotes, pastores, punteros, empleados de juzgados, etc.) Se re-construye la dignidad arrasada por el abandono, el desempleo y la pobreza.
§ Las mujeres a medida que ayudan a otras mujeres realizan, un camino de sanación para ellas mismas. Han pasado por situaciones de violencia en el pasado, o aún las transitan. En este espacio desarrollan sus potencialidades junto a otras mujeres creciendo como personas. Despliegan importantes recursos de resiliencia, superando la adversidad, desarrollando capacidades y recursos.
§ Al autogestionarse, las mujeres de las Defensorías deciden que tareas nuevas desean emprender (cursos, habilidades, aprendizajes, etc), los temas que les interesan profundizar. (sexualidad, salud, adicciones, etc) Para ello solicitan asesoramiento.
§ Desarrollan una actitud crítica hacia las prácticas clientelares en las que se hayan entrampadas dada la extrema pobreza en la que viven.
§ Actuar desde el ámbito de las iglesias y desde el MEDH, les permite contar con un espacio confiable, escapar del ámbito de influencia de los punteros de los barrios y de sus prácticas alienantes.
§ Amplían su capacidad de operar en diversas situaciones e instituciones al integrarse a la red de contactos del MEDH, siendo ellas a la vez un recurso barrial/eclesial al cual otras compañeras recurren.
Desde la coordinación del Medh:
Concluida la primera etapa de diez talleres, continúan el proceso de capacitación, de monitoreo y seguimiento a través de reuniones periódicas en las defensorías.
* Ponemos a disposición de cada Defensoría todo el material impreso y la videoteca del MEDH. Elaboramos periódicamente publicaciones a partir de las prácticas y necesidades de cada defensoría y las socializamos.
* Se facilita el trabajo en red en cada zona, de modo que cada Defensoría contacte personas y/o instituciones con las que el Medh ha trabajado, que comparten la causa de los más pobres (poder judicial, ONG’s, etc.)
* Se realizan dos encuentros anuales donde se comparten experiencias, se capacitan, reflexionan, etc.