Buenos Aires 12 de
Abril 2017
MEDH
Movimiento Ecuménico Por los Derechos Humanos
A las Iglesias Cristianas e Instituciones
miembros del Movimiento Ecuménico por
los Derechos Humanos y Regionales del MEDH.
Al público en
general.
Mensaje
de Pascuas 2017
Uno de los textos
del viernes Santo es el de Lucas 23,33 – 49.
En este relato de
la pasión y muerte de Jesús, hay una frase que se repite como un eslogan
publicitario: ¡Sálvate a ti mismo! Las autoridades religiosas y los soldados desean una prueba histórica de
que es cierta la pretensión de Jesús de ser el Mesías. Según ellos la prueba
irrefutable sería ¡salvarse a si mismo! (v. 35, 37, 39). Hoy en día nuestro
modelo civilizatorio y su cultura quiere uniformarnos en este pensamiento
individual basado en el egoísmo y la competencia que nos invita a “salvarnos a
nosotros mismos”.
Curiosamente,
nuestra fe cristiana se fundamenta en el principio contrario: Jesús, el Dios
encarnado, es el Mesías porque NO SE SALVO A SI MISMO. Salvarse a si mismo
hubiera implicado romper con su condición humana y mortal separándola de su
condición de hijo de Dios y romper con el plan de Dios de revelarnos su Reino y
su justicia.
En este tiempo
pascual les invitamos a mirar la cruz de nuestros templos. Esa cruz significa
que Jesús, no se salvó a sí mismo, sino que llevó su confianza en el Dios Padre
hasta el límite de su existencia. “¡Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu!” (v. 45). Y llevó su confianza
en la humanidad para traerle salvación,
no en soledad sino a través de una vida en comunidad basada en el amor
solidario.
Para éste
propósito, Jesús tomó forma de esclavo, de siervo. (Leer
Filipenses 2: 5-11). En otras
palabras ocupa el lugar del ser humano al que se le niega la condición de tal.
Pero no sufre la muerte del esclavo sumiso que fallece resignado bajo el látigo
del amo. Sino que muere
la muerte del esclavo rebelde, sufre la muerte del que no ha renunciado a ser
protagonista de su vida. Al que no se le ha podido domesticar su espíritu, ni
su corazón, ni su conciencia, ni su subjetividad, ni sus deseos y sueños de
libertad, igualdad, justicia, paz, amor para toda la humanidad y la
creación.
Se hizo obediente
hasta la muerte y muerte de cruz. Sufre la muerte del que desobedece a los
humanos que hacen el mal. El aparente fracasado de la historia se convierte en
el lugar elegido por Dios. Es en la cruz donde se toca el poder imperial en su
propio centro. En la cruda manifestación de su poder, de su arrogancia y de su
inmisericordia.
El Dios caído y
crucificado, despojado de su majestad, (kenosis) es una inversión de los
valores, porque esa caída en ese despojamiento, Dios justifica a la víctima del
poder puesto al servicio de la muerte. Mostrando que ese hombre Jesús en su
plena divinidad es amigo de pecadores, marginados, excluidos, desamados…
¡Miremos la cruz!
Allí están las protestas sociales reprimidas y
criminalizadas por querer un cambio en el modelo económico que priorice el
trabajo y el salario digno para todos.
Allí está Milagro Sala como presa política y
la doble vara de la justicia cooptada por la corrupción.
Allí están los Qom (tobas), mapuches y pueblos
originarios despojados de su tierra y reprimidos.
Allí están los docentes y los alumnos que le
dicen al gobierno que cumpla con la ley para que el conflicto de la educación
pública se solucione y pueda haber continuidad en las clases y apertura de los comedores
escolares.
Allí están, en la cruz, las mujeres
violentadas, agredidas, muertas por varones que han perdido todo rastro de
humanidad en una cultura machista y patriarcal que los alimenta y exacerba.
Allí están los jóvenes ‘ni – ni’ (ni trabaja,
ni estudia) que sufren porque no ven futuro para sus vidas.
Allí, en la cruz, están los cirujas
reciclados, los desocupados mayores de cincuenta y tantos, los trabajadores
informales, los desocupados, los despedidos
y tantos pobres.
Es en la cruz donde Jesús nos muestra el poder redentor del
amor que es capaz de dar una nueva vida a la humanidad pecadora y confirmarla
en la promesa de la vida eterna. San Juan 15:12-13
Les invitamos a realizar este ejercicio
espiritual de mirar lo doloroso de nuestra existencia y luego descubrir en la esperanza de la resurrección de Jesucristo que hubo UNO, en la historia humana, SOLO UNO , humanidad y
divinidad, que eligió no salvarse él mismo sino, a pesar de nuestras evidentes
miserias, salvar a nosotros/as y a la creación entera.
Obispo Mons. Carlos José Tissera Pastor Carlos Duarte Pastor Dr. Fernando Suárez
Co-presidentes del MEDH