Padre Jesús Olmedo
Los imperios pasan, dejando siempre hechos y frases paradigmáticas, que permanecen a través de los siglos, con ligeras o significativas variantes. El “slogan” del Imperio Romano se mantiene con una importante transformación: del circo al fútbol.
Si Marx se levantara de la tumba o volviera del “otro mundo”, no tendría otra alternativa que desmentir su tesis sobre la religión, como el “opio del pueblo” e iniciar un estudio sociológico, orientado a cambiar y transformar su famosa frase en otra más actual y verdadera: “el fútbol es el opio de los pueblos”.
La religión hunde sus raíces en la noche de los tiempos y en el “imaginario colectivo de Efectivamente. El fútbol modernizado se ha convertido en el “opio de los pueblos” y de la mayoría de los habitantes del Planeta. A los ricos y poderosos los aliena y divierte; a los pobres y “condenados de la tierra” los adormece durante unas horas, haciéndoles olvidar sus penas y sufrimientos. En una cancha de Fútbol, falsa y ficticiamente, aparece y se manifiesta la “Sociedad sin clases” de todos los hinchas de un club, unidos por los mismos colores y los mismos sentimientos.
Los países y las ciudades ya no se paralizan por motivos religiosos o sindicales, sino únicamente, cuando juegan un partido de fútbol Argentina y Brasil, y por supuesto, a la hora de enfrentarse los “eternos rivales”.
Los días de espera, en largas y sufridas colas, para conseguir Entradas de Platea o Popular, superan con creces, a las horas de espera ante el santuario de San Cayetano, para invocar al Santo y pedir Pan y trabajo, convencidos como están los pobres, que aquellos que tienen que responder y solucionar sus problemas, “están mirando para otro lado”.
Los “dueños y señores” del fútbol, emulando a los Israelitas, han inventado y adoran al “Balón de Oro”, subiendo la cotización de los ganadores, hasta la escalofriante e hiriente cifra de cien millones de Euros, además de los complementos comerciales y derechos de imagen posteriores. Un autentico y sucio negocio de “Guante blanco”, de Empresarios futboleros sin escrúpulos.
El Fútbol es un Deporte, que olvidó hace tiempo el espíritu Olímpico y su “Slogan”: lo importante es participar. Todos quieren ganar. Unos, metiendo goles en el arco; y otros, millones en los Bancos, que son los “templos” de los adoradores del “becerro de oro”.
Por otra parte, el fútbol genera, también, Sufrimiento y muchas lágrimas. Unas de emoción por los triunfos conseguidos; y otras por la violencia de los “Barras bravas” o los malos resultados del equipo de sus amores.
Después del encuentro con Brasil, en medio de tanta propaganda y expectación, millones de argentinos quedaron defraudados y esperando una nueva oportunidad.
De nuevo, todos estamos pendientes del partido con Paraguay, consumiendo el opio del futbol, ahora ya despenalizado, aunque con el riesgo de alienarnos y adormecernos.
Así llegaremos al mundial de Sudáfrica, dispuestos a gritar: “Argentina, Argentina”, tal como lo hicimos en el 78, en plena dictadura, olvidando los 30.000 desaparecidos y aplaudiendo largamente los goles de Kempes.
Hoy no tenemos dictadura, ni nuevos desaparecidos; pero no olvidemos a los millones de pobres, sin pan y sin trabajo, que tendrán que contentarse con “Fútbol gratis para todos”, mientras la familia Presidencial y su amigos íntimos, siguen aumentando su “Patrimonio” y derramando “lagrimas de cocodrilo”.
Termino. Todos los que hemos jugado y admirado el bello deporte del fútbol, nos sentimos engañados y defraudados. Cada vez más, y a marcha forzadas, se está convirtiendo en un circo, dando la razón al Imperio Romano y a la tesis actualizada de K. Marx: “Pan y Circo-fútbol: el opio de los Pueblos”. Y a seguir consumiendo opio, ahora que está despenalizado.
Santa Victoria Oeste 6-IX-09
P. Jesús Olmedo